Según informan fuentes policiales, las investigaciones de la Policía Científica apuntan que en el intercambio de disparos entre el asaltante y los agentes se realizaron más de 30 detonaciones, de las que la mitad alcanzaron al ladrón que amenazaba con matar a la subdirectora de la oficina. La reconstrucción de las trayectorias de los disparos todavía tiene que revelar desde qué arma se realizó cada una de ellas y los investigadores han encontrado dificultades para localizar todos los proyectiles que salieron de la pistola del atracador. Según las mismas fuentes, el material cerámico con el que está hecha la munición 9 Parabellum complica la misión, ya que al alcanzar una superficie dura se desintegra con facilidad y no se ha determinado el paradero de todas las balas.
En el caso de los agentes que participaron en el tiroteo, ya se sabe que Vanessa sí efectuó varios disparos, al igual que Vicente A.B. y un tercer compañero. El subinspector de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) continúa ingresado en estado de coma inducido y ha experimentado una mejoría. La que sí ha recibido el alta ha sido la subdirectora del banco que resultó herida leve por un esquirla de un proyectil.
Los investigadores también intentan averiguar si Enrique L.F. había intentado asaltar otra sucursal bancaria en el barrio del Calvario antes de decidirse por la de Doctor Carracido. Empleados de otra oficina creen haber visto a una persona sospechosa poco después de las dos de la tarde. Por esto, la Policía ya está revisando todas las grabaciones de las cámaras de seguridad para poder fijar con exactitud si se trata del asaltante y así poder reconstruir sus últimos pasos antes del tiroteo mortal.
Chalecos antibalas
La polémica sobre los chalecos salvavidas continuó ayer con las revelaciones de las centrales sindicales de Policía, que critican el hecho de que en la Comisaría de Vigo todavía haya algunos de estas prendas embaladas y sin repartir.
El vehículo policial en el que llegaron Vanessa y Vicente a la sucursal disponía de dos chalecos, de dotación colectiva no personal, en el maletero. Los dos agentes no tuvieron ni un minuto para colocarse las prendas, puesto que al llegar a las puertas de la entidad, el atracador ya estaba en la puerta enfrentándose a otros dos compañeros.
Tras el aviso, la primera patrulla en llegar había esperado un rato a las puertas para dar caza al asaltante, pero al no salir se acercaron a la cristalera de la entrada, momento en el que Enrique L.G. se percató de su presencia y decidió salir con la rehén.