En este texto, Tiburcio Angosto recuerda cómo Freud escribió que el niño «cuando juega se convierte en un poeta, ya que es capaz de crear un mundo propio que va a contener las cosas de su mundo real pero en un nuevo orden imaginario en el que se siente más a gusto», y concluye, por tanto, que «la imaginación es uno de los elementos más importantes para la creatividad pero no solo para la creación literaria sino también para crear nuevas tecnologías».
En este sentido, el Dr. Angosto Saura señala que «en el niño, jugar es fundamental para desarrollar los elementos psíquicos antes dichos: imaginación y fantasía; pero además jugar favorece la socialización por la que descubre las personas que le rodean, integrándose en su comunidad».
En este sentido, los psiquiatras del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima consideran que los juguetes «deben favorecer y contribuir a desarrollar tanto la imaginación o la fantasía como la socialización», y añaden que «a pesar de que cada niño va a llevar su propio camino» para desarrollar su propia personalidad, «lo recomendable es conocer sus aficiones y sus aspiraciones», ya que «no siempre el juguete más popular o más caro es el más adecuado en algunos casos y tampoco el acopio de juguetes es lo más beneficioso, ya que produce hartazgo y puede producir aislamiento social».
«Dentro de la dinámica infantil debemos tener en cuenta que muchas veces el juguete más deseado no es el que se posee sino el que tienen otro niño y que es conocido el juguete que más alegremente celebra un niño es el último que recibe», afirma el post del Dr. Angosto Saura.
Además, Tiburcio Angosto defiende el carácter mágico de las tradiciones propias de estas fiestas, ya que cree que para contribuir mejor al desarrollo de la imaginación de los niños, «el acto del regalo debe tener un factor sorpresa e incluso de misterio en la entrega y obviamente deben contribuir al descubrimiento de una nueva actividad que les proporcione bienestar».
Por último, el psiquiatra del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima desmiente un mito urbano y asegura que «los juguetes bélicos no van a hacer a los niños más agresivos ni los didácticos más inteligentes». «La inteligencia y la agresividad son procesos vitales en los que intervienen múltiples factores biográficos, pero si debemos tener en cuenta que no es bueno que un niño reciba solo juguetes de uno de estos tipos y peor aún es que dichos juguetes no le permitan interactuar con los niños de su entorno ni desarrollar su fantasía», concluye Tiburcio Angosto.