Papeles cambiados
El Celta volvió a ser un equipo irreconocible ante el Getafe. El conjunto vigués ha renunciado a la propuesta ofensiva habitual desde el encuentro de la jornada anterior en Cornellà frente al Espanyol. La crisis de los celestes está resultando demasiado larga. Tanto que hasta se puede dividir en dos fases. Una primera en la que el Celta perdía sus compromisos dejando buenas sensaciones y una segunda, la actual, en la que pierde con justicia. El ‘fútbol de salón’ empieza a ser una quimera y los olívicos se alejan a pasos agigantados de aquel equipo que entusiasmó a todos al principio de la temporada. En el Coliseum el Celta y el Getafe intercambiaron sus papeles y los azulones pasaron de oprimidos a opresores. Los de Quique Sánchez Flores dominaron el balón y las ocasiones de gol. El partido se jugó como ellos quisieron y el marcador pudo haber sido más amplio a su favor. Los celestes, por su parte, no tuvieron ideas propias. Se dejaron llevar. Ni ataque ni defensa. Ni posesión ni contragolpes. El Celta salió desarmado y sin estrategia al campo de batalla.
Ausencia de liderazgo
El conjunto celeste arrancó el choque contra los getafenses como si fuesen un automóvil con las ruedas pinchadas. A pesar del gol tempranero de Charles, pronto se pudo intuir que el Celta conducía hacia ninguna parte y a trompicones. Pero nadie pareció darse cuenta. Dentro del campo ningún jugador ejerció de gurú entre sus compañeros para guiarles por el buen camino. Augusto y Cabral, como capitanes, debieron haber sacado su garra para contagiar al resto de sus compañeros, pero ambos mostraron una falta de confianza igual de equiparable a la del resto. Pero además de buscar responsables dentro del campo, también hay que buscarlos fuera. La gestión del encuentro por parte de Berizzo fue nula. El ‘Toto’ no fue el líder que el equipo necesitó en el Coliseum y una vez más rehusó tomar cartas en un partido en el que se veía venir la tragedia desde lejos. Krohn-Dehli y Augusto no funcionaron en el centro del campo, la defensa dejó demasiados espacios y el tridente de ataque estuvo desaparecido. Sin embargo Berizzo no hizo nada. Los cambios, que tuvieron que ir encaminados a reforzar la mal parada medular viguesa, llegaron tarde y no aportaron soluciones. Mina por Orellana en el 66 y Larrivey por Charles en el 84. La entrada de Bongonda después del segundo gol del Getafe tampoco sirvió de mucho. En el banquillo se quedaron Pablo Hernández y Álex López, este último seguro que muy enfadado después de volver a quedarse en blanco por cuarto partido consecutivo.
El listón por los suelos
Resulta muy complicado destacar de manera positiva la labor de alguno de los celestes frente al Getafe cuando el mejor del partido fue el recogepelotas del Coliseum que le dio rápido el balón a Nolito en el saque de banda que desembocó en el gol de Charles. Casi todos los jugadores rindieron por debajo de lo que se espera de ellos. Carles Planas y Sergi Gómez se pusieron de acuerdo para dejar una autopista entre ellos por la que transitaron a sus anchas Álvaro Vázquez y Sarabia. Nadie colaboró con Radoja en las coberturas, que no dio a basto con el propio Sarabia, Diego Castro y Sammir, que por momentos semejaba Yaya Touré. Nolito sigue en su particular cuesta de enero, Orellana tocó más balones en defensa que en ataque y Krohn-Dehli estuvo nefasto. Los pilares del Celta no aparecen y con sus últimas actuaciones tienen su propio listón por los suelos. El margen de mejora es muy amplio, por lo que tanto los jugadores como el propio Berizzo deben ponerse las pilas para superar con éxito el choque del próximo sábado en Balaídos frente al Córdoba, choque que se antoja como la primera bola de partido para el técnico argentino.