Tengo miedo todos los días. Todas las mañanas, cuando su hijo se va al desguace, la madre del joven Muhammad Abdul Qadir (que tiene 16 años) se pasa el día en vilo porque no saben si su hijo volverá con vida del trabajo en las playas de Chittagong, donde trabaja como ayudante desmantelando las grandes moles de mercantes varados, con un peligro constante para todos los obreros que trabajan más de 16 horas diarias y que tan solo cobran tres dólares de salario al final de la jornada.
La ONG Shipbreaking Platform vuelve a denunciar esta explotación laboral infantil a través de un video que publica la web estadounidense VICE, en el que se ve claramente lo que acontece día a día en las playas de Chittagong en Bangladesh. Incluso esta ONG hace referencia al desguace de un mercante de la empresa naviera china SITC, que curiosamente el pasado año fue galardona en China por su «responsabilidad social corporativa.
El joven Muhammad Abdul Qadir explica en el vídeo cuáles son sus tareas, y también dice que si él no trabajase en los desguaces de Chittagong su familia no sobreviviría.
Claramente se vislumbra que el dinero no tiene sentimientos, y una actitud laxa del gobierno de Bangladesh está permitiendo que sus playas estén llenas de vetustos mercante en el final de sus días, que a su vez contaminan su ecosistema en vez de promover, por ejemplo, un industria turística enfocada hacia esa gran naturaleza que posee Bangladesh sobre los estuarios de los ríos Ganges y Brahmaputra, un país independiente desde su secesión de Pakistán en 1971.
Entre el asombro de las imágenes, la inocencia de Muhammad Abdul Qadir hace más llevadero digerir el gran deterioro laboral y social existente; como así también denuncia Muhammed Ali Shain, Coordinador de la ONG Shipbreaking Platform en Bangladesh.
Vivido en los años 70. Lo que ahora denuncia la ONG Shipbreaking Platform también se puedo observar en los años 70 en el litoral español, en muchos puertos, incluso en los vertederos de las ciudades más industriales de aquellos años.
Familias enteras pululaban por los vertederos en busca de chatarra para subsistir, y en los desguaces de embarcaciones, incluso en los años 80, los chatarreros no se estiraban nada en cumplir las normas de seguridad e higiene en el trabajo, las condiciones laborales dejaban mucho que desear. Cierto es que con el tiempo todo esto ha cambiado en Europa, pero lo que en su momento aquí se vio como un problema social y medioambiental, ahora los países occidentales le han pasado la pelota a otros continentes, como si no fuese con ellos.
Curiosamente, la basura vuelve a sus orígenes, no solo reconvertida en otros materiales para volver a manufacturar, sino también como un virus social en forma de búmeran.