Porque la pintura callejera no deja de ser una manifestación de un autor que emerge de la sociedad con un grito o llamada de atención sobre algún aspecto de la vida. Esa manifestación artística a la que ahora nos referimos es conocida con la palabra anglosajona «graffiti», aunque la Real Academia Española (RAE) la ha hispanizado como «grafiti» y ha reducido su significado, simplemente, a «letrero o dibujo».
La palabra grafiti tiene un significado mucho más amplio, se refiere a dibujos o pinturas anónimas realizadas en lugares públicos. Sin embargo, esas obras no siempre están en lugares públicos y escondidas de la vista de los transeúntes, en muchas ocasiones van más allá de un simple dibujo, y sus autores no siempre van de incógnito.
Ahora bien, es preciso detraer de esta consideración aquellos garabatos, normalmente monocromáticos, que solamente afean monumentos, paredes y portalones de garajes, puesto que lejos de ser una obra artística merecen el calificativo de gamberrada y bien poco dicen de sus autores, sin duda, personas frustradas artísticamente y que buscan la notoriedad con simples manchas que luego son muy costosas de eliminar.
Por contra, el auténtico grafiti es una verdadera obra de arte que a veces se presenta como misteriosa, otras veces simpática o alegre, en ocasiones con un carácter testimonial, y en muchas otras es de tipo reivindicativo, y con una composición que puede ir de lo simple hasta la extrema complejidad.
Traemos aquí una pequeña muestra de algunos grafitis que han sido recogidos en el Casco Vello vigués, en el entorno del hospital Povisa, en el entorno del hospital Xeral, en la calle Romil, en el sendero del río Lagares… Podríamos afirmar que la ciudad de Vigo es una enorme exposición de arte urbano que muchas veces pasa inadvertida al paseante, quizá por las prisas cotidianas, pero que bien merece la pena observar con cierta calma.