Una cuestión de ímpetu
Al Celta le sobró un minuto para lograr algo que el Deportivo no consiguió durante todo el partido. Entre Augusto, Nolito, Orellana y Charles fabricaron la jugada del primer gol celeste en la primera jugada de la segunda mitad, mientras que los coruñeses, que estuvieron enérgicos durante los compases iniciales del encuentro, se fueron a cero. Los blanquiazules buscaron ponerse en ventaja nada más comenzar el choque. Se dejaron buena parte de sus fuerzas en presionar muy arriba y en poner en apuros a Sergio Álvarez. Fueron veinte minutos de agobio para el Celta que terminaron cuando Krohn-Dehli tomó el mandó. A partir de ahí los celestes engulleron al Deportivo. Sin embargo, el premio del gol no llegaría hasta la segunda mitad. En veinte segundos Augusto robó un balón, se lo entregó a Nolito y este a su vez a Orellana dentro del área. El chileno, experto en engaños, amagó el tiro y picó la pelota por encima del portero y la defensa para que Charles la empujase de cabeza a la red desde el segundo palo. Una cuestión de ímpetu. El Deportivo fue incapaz de sacar rendimiento a su arrebato inicial. Después, el Celta consiguió contrarrestar ese brío al hacer prevalecer su juego para después, en un fulgurante acelerón, enmudecer Riazor.
Despertó Krohn-Dehli, despertó el Celta
Como en un patio de colegio. Así de cómodo se sintió Michael Krohn-Dehli en Riazor. Al danés le costó arrancar, al igual que al resto de sus compañeros, pero en cuanto consiguió sobreponerse a la atosigante presión del Deportivo comenzó su recital. El centrocampista lideró al Celta con maestría. Siempre estuvo en el lugar y en el momento indicado, eligió bien casi todos sus pases y creó superioridad con sus arrancadas, lo que facilitó enormemente la fluidez del juego entre líneas de los celestes. También brilló en el derbi Augusto Fernández. El argentino no dejó de trabajar por sus compañeros durante los noventa minutos. El futbolista celeste no se limitó a la presión y contención defensiva, sino que colaboró con la salida de balón de los suyos. El gran partido que cuajaron los dos centrocampistas celestes marcó la diferencia.
Sergio, la pesadilla del Deportivo
Si un jugador ha sido decisivo en el cómputo global de los dos derbis de esta temporada, ese ha sido Sergio Álvarez. El portero celeste es el principal responsable de que el Celta haya salido victorioso en las dos citas. En el encuentro de ida en Balaídos que los celestes ganaron (2-1), el de Catoira detuvo un penalti lanzado por Mendunjanin en el último suspiro y se convirtió en el héroe del partido. En Riazor tampoco se quedó corto. Después del gol de Charles, el Deportivo volvió a dar un paso adelante en busca de un empate que no tuvo lugar gracias al guardameta gallego. Tras detener sin demasiados problemas un tiro de Juanfran, ‘o Gato’ hizo dos paradas para enmarcar. En la misma acción rechazó un disparo fuerte y colocado de Lucas Pérez y se rehizo para volver a despejar un segundo lanzamiento de Cuenca. En el tercer intento Oriol Riera estrelló el balón en el larguero. Estas dos intervenciones de Sergio, sumadas a la posterior expulsión, supusieron un nuevo punto de inflexión en el derbi que se cerró con el tanto de Larrivey a falta de diez minutos.
La autodestrucción blanquiazul
Víctor Fernández, técnico de los deportivistas, dijo en el mes de diciembre después de perder frente al Málaga en el cenit de la crisis coruñesa: «Hay un ambiente de autodestrucción como nunca he visto». Es cierto que los blanquiazules ya han atravesado lo peor de la tormenta, pero en el derbi frente al Celta volvieron a autodestruirse. Primero porque Lucas Pérez se jugó la roja directa en una dura entrada sobre Orellana (Pérez Montero solo le mostró tarjeta amarilla) y luego Lopo, no escarmentado con la acción anterior, dejó a su equipo en inferioridad. El central, que ya estaba amonestado, barrió por detrás a Nolito cuando el delantero recibía de espaldas todavía en el campo propio. Y segundo porque los coruñeses regalaron el segundo gol en bandeja a los celestes. Luisinho pecó de pardillo cerca de su área y perdió el balón ante Larrivey, que regateó a Fabricio y marcó el gol de la sentencia.