15 de mayo de 2004. Ese fue el último día que el ‘Toto’ pisó el césped de Riazor con la camiseta del Celta. Aquel partido ocupa un lugar privilegiado en la historia negra del Celta. El equipo vigués llegaba a Coruña con el agua al cuello y salió prácticamente cadáver. Un doloroso 3-0 en la penúltima jornada dejaba a los celestes con pie y medio en Segunda -el descenso se certificó una semana después ante el Mallorca-. Berizzo fue protagonista en este desgraciado encuentro. Fue expulsado en el minuto 83 por una entrada a destiempo sobre Munitis. Se marchó muy disgustado del terreno de juego y encarándose con la afición coruñesa, que le recordaba que al Celta le quedaban muy pocas horas en Primera.
Berizzo no está orgulloso de lo que ocurrió ese día, a pesar de que algunos aficionados han tomado sus gestos como ejemplo de defensa cerrada de unos colores y una camiseta. «Me fui expulsado, enojado con el partido que estábamos jugando. No dejan de agradecerme mi mal comportamiento. En esa contradicción he escuchado muchos más elogios que críticas. No sé si me los merezco», dijo el pasado viernes cuando se le pregunto qué recordaba de aquel partido. «La actuación posterior a la expulsión es algo que todo el mundo recuerda aunque yo intento olvidarlo porque no fue uno de los comportamientos más nobles y educados que he tenido», también recordaba el técnico en la previa del derbi de la primera vuelta.
Aquel jugador temperamental y apasionado que mostraba su frustración en Riazor se ha convertido en un técnico mesurado y respetuoso con el rival. Y así lo demostró el sábado en la rueda de prensa posterior al derbi. Se acordó del Deportivo, pero no para hacer sangre, sino para felicitarlo por su partido y por poner en tantos aprietos a su equipo. «Ganar un derbi es una gran satisfacción, más que cualquier otro partido. Pero quisiera ser respestuoso con el rival y con su afición. Los dos hemos jugado un partido digno de ver para toda la gente», aseguró.
No obstante, en su fuero interno seguro que sentía alivio y satisfacción. Porque a Berizzo, como a la mayoría de los componentes del ‘EuroCelta’, se le había atragantado Riazor. Además, del ya mencionado encuentro en el que acabó expulsado, visitó otras dos ocasiones el campo coruñés. En la primera de ellas, el 30 de septiembre de 2001, se estrenó como goleador, pero tuvo un final amargo. El Celta, que era líder esa jornada, llegó al minuto 70 ganando 0-2, pero acabaría empatando (2-2). La siguiente visita fue todavía más dolorosa. Fue el 4 de enero de 2003 y el conjunto celeste cayó goleado (3-0). En total, solo sumó uno de nueve puntos posibles en sus partidos en A Coruña.
Pero estos partidos de hace más de diez años ya son historia. Lo que vale es el presente y Berizzo ha salido totalmente reforzado del derbi de Riazor. El Celta se ha sabido sobreponer a una de las peores rachas de su historia y el técnico es uno de los responsables de ello. No renunció a su filosofía de juego en los momentos más difíciles y ha dado una vuelta de tuerca a su idea futbolística con unos ajustes en el centro del campo que están siendo claves en la recuperación.
Este domingo, Berizzo no ha parado de recibir felicitaciones. Acudió a comer a un conocido restaurante de la ciudad, en el que fue recibido con aplausos. Antes de sentarse a la mesa, atendió a numerosos aficionados, con los que se hizo fotografías (como la que se adjunta en este artículo) y a los que atendió con una sonrisa de oreja a oreja. El ‘Toto’ es el hombre de moda en Vigo.