El batallón estaba compuesto por 34 jefes y oficiales y 584 soldados. Además, la ciudad contaba con una compañía de artillería de plaza con 5 oficiales y 113 artilleros que atendían 6 cañones de bronce de calibre medio, 37 cañones de hierro y 3 morteros de bronce. La provisión de armas, balas y pólvora y cartuchos era suficiente para soportar un largo asedio.
En junio de 1808, el Marqués de Valladares se entera de la sublevación madrileña y de que el ejército francés ya no era aliado sino enemigo, y juntamente con el ayuntamiento vigués deciden proclamar públicamente Rey de España a Fernando VII y no acatar las órdenes de la Junta de Regencia.
Nuestro eterno enemigo, Inglaterra, decide enviar tropas a nuestra tierra, pues en ese momento Francia era la potencia dominadora en Europa continental, llegando a A Coruña las tropas de Sir John Moore con pertrechos y dinero.
(A la derecha, fuertes de O Castro y San Sebastián).
Sin embargo, los vigueses no quisieron saber nada de ayudas foráneas ni de refuerzos extranjeros. Así, en junio de 1808, tras proclamar Rey a Fernando VII, el regidor municipal, dada la escasez de tropas, hizo un llamamiento para que los mozos de la zona se alistaran.
En ese momento se alistaron 142 jóvenes vigueses voluntarios que ingresaron en el llamado Regimiento de León. La soldada era la habitual más dos reales diarios de sobresueldo. Los comerciantes y vecinos de Vigo, Bouzas y Fragoso aportaron 402.441 reales. El regimiento, dias después, abandonó Vigo con destino a La Bañeza para incorporarse al ejército de Galicia. Al frente de nuestras tropas se encontraba el Brigadier Marqués de Valladares.
(Bajo estas líneas, imagen del fuerte de A Laxe).
Para ayudar entonces a la defensa de la ciudad, las autoridades convocaron a la población y formaron un cuerpo de voluntarios que recibiría el nombre de Milicia Honrada. Al poco tiempo, unos doscientos hombres ingresaron en la milicia de todas las edades y de variada condición. Después de un breve entrenamiento recibieron los fusiles existentes en el Parque de Artillería, quedando al cargo de la plaza y de la custodia de los presos comunes.
En aquel momento se produce un hecho digno de reseñar. Aquel mes de junio, el navío de guerra francés «Atlas» ancla en nuestra ría con 74 cañones a bordo, saludando con las salvas de rigor creyendo que Vigo estaba en manos del ejército francés.
Cuando quisieron darse cuenta estaban rodeados por multitud de lanchas armadas con personal muy entrenado en la actividad corsaria. La nave fue asaltada sin resistencia francesa y su bandera, regalo de Napoleón, fue enviada a la Junta Suprema de Sevilla y hoy expuesta en el Museo Naval de Madrid.
(En la foto inferior, fuerte de O Castro).
A principios del año 1809 el ejército inglés de Sir John Moore huía de las tropas del Mariscal Soult, llegando a Galicia. Concretamente unos cinco mil ingleses alcanzaban Vigo en condiciones lastimosas. El vecindario los recibió cordialmente y a los pocos dias embarcaron rumbo a Inglaterra dejando 12 piezas de artillería en nuestra ciudad.
La decepción de la huida de los ingleses llenó de fuerza y valor a los defensores vigueses y los cañones fueron subidos a pulso a los baluartes vigueses. Ante la apatía del comandante de la plaza, el coronel Francisco La Rocque, y algunos miembros del Concejo, todos ellos fueron destituidos por la voluntad popular, siendo encerrados en el castillo de O Castro.
El vecindario entonces nombró como Gobernador Militar de la plaza al Capitán de Navío retirado D. Juan de Villavicencio y Puga, un militar dotado de pundonor y prudencia. El 25 de enero, fueron nombrados los nuevos regidores locales y como presidente del Ayuntamiento a D. Francisco Javier Vázquez Varela.
El nuevo Gobierno Municipal demostró dotes de mando y gestión y de habilidad en aquellos momentos cruciales para nuestra ciudad. El alcalde, con gran aplomo, negó por sistema el agua y la sal al Coronel Chalot, so pretexto de mantener el orden y evitar el hambre. De esta forma los franceses carecieron hasta de forraje para sus caballos.
La victoria francesa sólo duró 58 dias, ningún pueblo en España tardó tan poco tiempo en liberarse del yugo del pais vecino. (Arriba, puertas de la ciudad amurallada).
Cuando la ciudad cayó, los Húsares de Nicolay entraron por la puerta de la Gamboa a las 4 de la tarde del 31 de enero de 1809. Al dia siguiente entraron 1.200 hombres de Infantería por la puerta del Sol y tres dias más tarde 450 Dragones bajo mando del General Franceschi, que nombró Gobernador de la plaza al barón Girardin.
Desde aquel momento el alcalde Vazquez Varela y resto de la corporación se empeñaron en dificultar la tarea en todo lo posible al invasor. Los mandos franceses creían que ya estaba todo conseguido, pero no se daban cuenta de la dispersión de la población en Galicia.
En esta tierra los vecinos estaban separados geográficamente unos de otros pero unidos por lazos milenarios de raza, religión, idioma y costumbres. De tal forma que Vigo fue un todo con localidades como Bouzas, Teis, Lavadores, Fragoso o el Val Miñor.
En Vigo en ese momento se encontraban unos 2.000 soldados franceses, entre ellos bastantes heridos y enfermos. Entonces el Abad de Valladares y el Alcalde de Fragoso enviaron emisarios a Vázquez Varela para unir fuerzas.
Se hizo acopio de armas y los herreros trabajaron sin descanso reparando arcaicos fusiles de chispa, afilando guadañas y hoces. Los frailes de Santa Marta hurtaban munición y pólvora a los soldados franceses heridos a su cargo. Los marineros del Berbés transportaban de noche la pólvora, munición y armas que los vecinos les hacían llegar por encima de la muralla.
(Imagen del Vigo extramuros, a la derecha).
Se cuenta que el monje Fray Andrés de Villageliú entraba y salía disfrazado de labriego con su borrico donde transportaba la cartuchería bajo un cargamento de berzas.
El Juez de Tuy, D. Cosme Antonio Rodrigues Seoane comenzó a recorrer su zona para convocar a vecinos para ayudar en el cerco de Vigo, que comenzó el 17 de marzo. El dia 19 los franceses quisieron salir a dar de pastar a sus caballos que se morían de hambre, pero esa salida les costó numerosas bajas. En la ría ya estaban las fragatas inglesas Lively y Venus, que el Comandante de Marina de Villagarcía había conseguido traer.
Al atardecer del dia 27 de enero comenzó el fuego de los sitiadores sobre la plaza viguesa, colaborando en el fuego la artillería de las fragatas inglesas que dirigían sus cañones hacia los castillos del Castro y San Sebastián. Intramuros miembros de la Milicia Honrada que no habían entregado sus armas se apostaban en lugares estratégicos y disparaban sobre los soldados franceses.
Según la leyenda el marinero local Carolo cayó bajo el fuego enemigo mientras intentaba romper a hachazos la puerta de la Gamboa, siendo sustituido por Bernardo González del Valle «Cachamuiña» (a la izquierda, en la foto), que recibió tres balazos en una pierna. Al amanecer del dia 28 el francés Chalot ordenó enarbolar la bandera blanca de rendición.
A las 10 de la mañana los oficiales Chalot y Limousin abandonaban la ciudad por la puerta de A Laxe acompañados de 46 jefes y oficiales y 1.395 soldados que abandonaron sus armas en la playa, mientras se dirigían hacia el Arenal, donde embarcaron en las fragatas inglesas para ser trasladados a Inglaterra. Los únicos soldados franceses que se quedaron fueron los heridos del hospital de Santa Marta.
La ejemplar acción militar de la villa fue reconocida por el Consejo de Regencia de España e Indias establecido en Cádiz y con fecha 1 de Marzo de 1810 concedió a la villa de Vigo el privilegio y título de «Ciudad Fiel, Leal y Valerosa» por su defensa de la independencia nacional. A partir de la publicación del correspondiente decreto el 27 de Octubre de 1810, Vigo incorporó a su escudo la leyenda de «Ciudad Fiel, Leal y Valerosa» y desde entonces permanece en él.
Fuente: «Vigo en el siglo XIX. De la antigua villa a la ciudad moderna». Xosé Mª Alvarez Blázquez
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