Amenizados con el continuado ritmo de la música que sonaba a través de los altavoces, los nadadores cumplieron sus turnos con puntualidad. A través de una campanilla se les indicaba el fin de su tiempo mientras otros inscritos se lanzaban al agua de modos más o menos ortodoxos. Finalmente, la organización, encabezada por Luis Vilavedra y Ángeles Neira, cumplió de sobra con las expectativas y durante los 1.440 minutos de reto no hubo un solo parón.
Cumplida la mitad de la prueba no competitiva, la organización se veía sorprendida por la llegada de numerosos nadadores que querían apuntarse presencialmente, y no solo a nivel individual sino que “nos llegaron familias enteras”, explicaba Vilavedra. Así, la sexta calle, prevista inicialmente para autoridades, era habilitada también para nuevos inscritos. Tras una inscripción inicial de 411 participantes, la cifra final se disparó, superando el medio millar de nadadores por una buena causa.
Exnadadores de la sociedad, vigueses no socios de la entidad que querían hacer unos largos en una instalación histórica, exfederados recordando viejos tiempos, gente que acudió de otros municipios y hasta de Santiago… La piscina generó un sinfín de anécdotas entre nado y nado.
A media tarde, el alcalde de la ciudad, Abel Caballero, la teniente de alcalde, Carmela Silva, y los concejales David Regades, Manel Fernández y Chus Lago se acercaron a saludar a particpantes, organización y junta directiva, encabezada por la presidenta de la sociedad, Viviana García.
Ya por la noche, se entregó a Aldeas Infantiles la recaudación, que por la tarde se estimaba que rondaría los 2.000 euros a falta del arqueo final. El fin de fiesta, en el salón noble del Náutico, contó con el concierto del emergente grupo local Broken Peach.