Quizá no comenté nada con Marabini porque desde el Museo del Mar nunca me avisan de sus exposiciones, pero como yo no soy para nada rencoroso y además vivo cerca, siempre me acerco a ver una de las salas con más calidad técnica de la ciudad. La Fundación AENA gestiona desde 1991 una gran colección de arte contemporáneo con un exquisito criterio de selección, que está repartida por diferentes aeropuertos y muchas de las obras en dependencias no accesibles al público.
El titulo de la muestra Tierra Mar Aire, está demasiado manido y puede desanimar al visitante. Las notas que leí antes de ir ponderaban la presencia de artistas gallegos (Patiño, Lamas, Paz, Lamazares, Adrio,…) y prefiero creer que el posible espectador llegue a pensar «más de lo mismo», que imagine que lo están tratando de tonto al figurar que otros artistas no son asequibles para él. Yo empezaré diciendo que el montaje es impecable. Repartida en dos salas, la primera muestra pequeños y medianos formatos y, pasados unos paisajes aburridísimos de los 70/80 a mano izquierda, para mí empieza todo ante la presencia de Época Extraña de Eduardo Úrculo, al que le sigue Pabellón de España 1/3, una gran fotografía del madrileño Jose Manuel Ballesteros realizada en el Pabellón de España en la Expo de Shanghái de 2010. La muestra exhibe bajo las cartelas de cada obra una cintilla donde pone el medio con el que se relaciona la obra: Tierra, Mar, Aire. Lo que me reconcilia con el nombre de la exposición. Antón Patiño, que celebró una antológica aquí mismo el año pasado, Manolo Paz, Metamorfosis Inspiración de Dis Berlín (1997), Guinovart, Mompó…
La segunda sala nos asalta nada más entrar con sus grandes formatos, característica de gran parte de las obras de la Colección AENA. Al entrar nos encontramos con Germinazione I, II y III, esculturas en bronce que el videoartista Fabrizio Plessi realizó para una campaña publicitaria de Phillips en 1995. La vista nos guía hipnotizada al fondo de la sala donde un gran matérico rojo del mexicano Bosco Sodi inunda toda nuestra visión, pero a medio camino nos tropezamos con Lauda I, una gran escultura en corte de Pablo Palazuelo. Por lo que recuerdo, otras Laudas están expuestas en el Reina Sofía o el IVAM.
Esta exposición, en la que también incluye obra de artistas gallegos, pese al cansino nombre que al final está justificado, me reconforta y hace que el hecho de que no me envíen información me importe un poco menos, pero poco.