Muy joven vivió en primera persona la gran apuesta de su país, cambiar armas por lápices y libros para alfabetizar a la media Nicaragua que no sabía ni leer ni escribir. Y hoy sigue en esa lucha, más necesaria que nunca, para defender el derecho a la educación, y por tanto a una vida digna, de millones de niños y niñas en el mundo.
Hace 35 años vivió la experiencia educativa más importante de su vida, de su país y una de las iniciativas más aplaudidas a nivel internacional: la Cruzada Nacional de Alfabetización.
Cuando se inició la organización de la Cruzada (1979) yo tenía 17 años y vivía con enorme intensidad aquellos momentos claves para mi país. Recién consumada la revolución sandinista y derrocada la dictadura somocista después de casi 50 años en el poder, el nuevo gobierno de Nicaragua, con el país por reconstruir, se marcó como objetivo prioritario bajar la elevada tasa de analfabetismo, un 50,35%, la más elevada en aquellos momentos en toda América Latina. El ministerio de Educación nombró al jesuita Fernando Cardenal coordinador de la Cruzada por la Alfabetización. Y nos movilizamos casi 100.000 personas para enseñar a medio millón de nicaragüenses a leer y escribir. El país se paralizó por esta causa. Salimos de Managua y paso a paso fuimos declarando territorios “libres de analfabetismo” en la mayoría de Nicaragua. Y se redujo el analfabetismo al 12,96% en la población mayor de 10 años. Un éxito.
Una experiencia que cambio el país y también cambió a las personas
El país se convirtió en una gran escuela. Cinco meses muy intensos en los que logramos alfabetizar a 406.056 personas que recibieron clases en sus casas, en las iglesias, en espacios comunitarios, donde podíamos… Y una experiencia vital para muchos y muy enriquecedora a nivel personal para todos. Los brigadistas, que procedían del mundo urbano, descubrían a la otra mitad del país, la rural, la que padecía la herencia de pobreza y aislamiento tras medio siglo de abandono por parte de la dictadura. Descubrimos un mundo nuevo y el enriquecimiento fue mutuo. Lamentablemente, y por diversas causas, en el camino de tan gran hazaña perdimos a 58 compañeros alfabetizadores. Y lo que considero muy importante, una vez finalizada la campaña siguió la alfabetización con las lenguas locales de otras partes del país y mucha gente joven, adolescentes, continuaron enseñando en sus comunidades a padres, abuelos, vecinos,… había una actitud generalizada por aprender y por enseñar.
Organizar esa cruzada fue un reto logístico y de recursos humanos nunca antes planteado. ¿Cómo se logró?
Fue casi un modelo de organización militar aplicado a la vida civil y educativa. Una ‘batalla’ por la educación. Formamos equipos y se denominó Ejército Popular de Alfabetización. También se organizaron las Milicias Obreras Alfabetizadoras. Se movilizaron todos los recursos del país. La Cruzada tuvo varias fases: el censo, la planificación inicial y selección del método de enseñanza, el desarrollo de talleres de capacitación junto con pruebas de campo para perfeccionar los métodos seleccionados. A nivel humano, colaboraron estudiantes, maestros, trabajadores de la salud, asesores pedagógicos, conductores, oficinistas y amas de casa. Durante cinco meses vivimos en las zonas rurales del país para enseñar a leer y escribir a más de la mitad de la población pobre y analfabeta de Nicaragua.
Ahora, 35 años después, la lucha por la educación no ha terminado. ¿Cuánto queda por conseguir?
Durante y después de la guerra no declarada con la Contra, oposición armada apoyada por Estados Unidos, (1981-1988), se volvió a descuidar la educación y el analfabetismo subió otra vez a cerca del 30% (en 1994) debido a las políticas de ajuste estructural de los noventa. Hoy en día, Nicaragua sigue teniendo grandes desafíos ya que el 50% de los jóvenes no accede a los estudios de Secundaria y también la mitad de los niños y niñas de 3 a 6 años tampoco están en la escuela. El objetivo nacional es lograr más compromiso y más inversión para mejorar esos números. La promesa era destinar el 7% del PIB pero apenas se llega al 4%. Esa lucha no ha terminado, sigue y todavía hay mucho por hacer. En Nicaragua y en muchas partes del mundo.
De aquellos inicios a la actualidad, Silvio Gutiérrez sigue luchando por la educación para todos y de calidad pero ahora desde Fe y Alegría. Una organización con 40 años de existencia en Nicaragua. Háblenos de ella.
Este movimiento de educación popular, comprometido preferentemente con los que menos tienen, dispone actualmente de 22 centros en el país, llegando a unas 12.000 personas. Somos un complemento a la educación pública de nuestro nicaragüense. Nosotros ponemos las infraestructuras, su mantenimiento, formación, metodologías, personal de apoyo, colaboradores y el gobierno paga a los maestros. Algunos de nuestros primeros colegios nacieron dentro de un viejo autobús abandonado o debajo de un árbol o. Pero poco a poco hemos ido creciendo. Fe y Alegría nació en Venezuela hace 60 años creado por otro jesuita, el padre Vélaz, en un barrio deprimido de Caracas. Buscaba un lugar en los suburbios para crear la primera escuela y esta se organizó en la casa de un humilde obrero de la zona, llamado Abraham Reyes. Ahí nació todo y ahora, formamos una Federación Internacional con Entreculturas, estamos en 20 países y participan en nuestras acciones 1,5 millones de personas.
Estamos en la Semana de Acción Mundial por la Educación. Por ello ha sido invitado a un congreso en Santiago de Compostela y a varias charlas y actividades con alumnos en colegios y con sus socios de Entreculturas ¿Por qué este 2015 es clave para el futuro?
En el año 2000, el Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Dakar estableció oficialmente las metas del Movimiento Educación para Todos, que abarcaban todos los aspectos de la enseñanza básica, desde el aprendizaje en la primera infancia hasta la alfabetización de adultos y la calidad de la educación, y se fijó el año 2015 como fecha límite para alcanzar esos objetivos. Llegados a este punto, ese, y otros de los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio no se han cumplido y aún estamos lejos de conseguirlo. Este año tenemos dos retos importantísimos. El Foro Mundial de la Educación en Corea, el próximo mes de mayo, en donde habrá una revisión del trabajo hecho y el establecimiento de nuevas metas post 2015. Y, en septiembre, en Nueva York, las Naciones Unidas acordarán los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2015 – 2030. En ellos, la educación debe ocupar un lugar prioritario.
¿Pero los gobiernos aún no lo ven claro?
Vamos a decidir el futuro que queremos para todos pero debemos tener claro que no puede haber desarrollo sostenible si no hay educación. Ninguna persona puede estar fuera del sistema educativo. Todavía hay 57 millones de niños y niñas que no puede ir a la escuela y 69 millones de adolescentes que no pueden continuar sus estudios. Y lo más grave, al menos 250 millones de niños y niñas no saben leer, escribir ni calcular de forma correcta a pesar de haber asistido a la escuela unos 4 años. La escuela no está generando aprendizajes. Falta compromiso real de los gobiernos. Ellos son los garantes de la Educación en sus países, pero muchas veces sus promesas se quedan solo en palabras. Por eso digo que los gobiernos son irresponsables. En mi país el compromiso es dedicar un 7% del PIB y en la realidad no llega al 4%. También digo que igual que hablamos de erradicar la pobreza extrema, también deberíamos pedir que se erradique la riqueza extrema
¿Qué les dice a los voluntarios de EC en Vigo y en Galicia?
Lo primero agradecer su esfuerzo aquí en Vigo, en Santiago y en Coruña. No es fácil realizar su labor sin ver directamente esa realidad. Pero que sepan que su trabajo de sensibilización y de recaudación de fondos para nuestros proyectos llega directamente a nuestras comunidades y suponen una ayuda clave. Y, por supuesto, que tienen las puertas de Nicaragua y de Fe y Alegría abiertas para todos ellos. Allí pueden venir a tener experiencias de trabajo y colaboración.
¿Cuáles son los motivos para la esperanza que le animan en estos momentos?
Creemos en la gente, en las personas y, sobre todo, en los jóvenes. Quieren cambiar las cosas y tienen una potencialidad enorme. Ofrezcámosles una educación de calidad. Hagámosles propuestas, creemos liderazgos éticos, que ahora nos los hay. La educación cambia a las personas y éstas cambian el mundo.
(Bajo estas líneas, Silvio durante una reunión con voluntarios y simpatizantes de EC Vigo)
Silvio mostrando su apoyo a la campaña de la Semana por la Educación en Galicia
Imagen de 1980. Jóvenes alfabetizando en el rural de Nicaragua.
Silvio Gutiérrez Baca.
Nicaragua, 53 años. Casado, padre de tres hijas. Licenciado en Ciencias Sociales y en Ciencias Jurídicas
Director Ejecutivo de Fe y Alegría Nicaragua
Educador y promotor de Derechos Humanos en la niñez, adolescencia y juventud
Fundador y Presidente de CODENI, Coordinadora Nicaragüense de ONG que trabajan con la niñez y la adolescencia
Consultor de Unicef en Nicaragua