El título de la muestra es uno de esos que forman lo que yo llamo «nomenclator cíclico». Una serie de títulos comunes que pueden desanimar a los visitantes (como ya comentaba respecto al de la exposición de la Colección AENA en el Museo do Mar). En la última década se ha utilizado ese título para frivolizar sobre iconografía católica, pero Gulías recupera la tendencia 80/90 de usar como referente la mitología clásica y así mostrar un ideario aun fresco cargado de colores intensos, formas orgánicas y cierto homoerotismo.
La primera obra que nos recibe es «Eros y Thánatos», un tondo alveolado que representa el mito pero también nos habla de la teoría freudiana. Entrando la vista se pierde al fondo con «4 Griegos», una gran instalación escultórica que combina fibra de vidrio con metal. A un lado un Ulises azul ultramar más perdido que nunca, capitanea su embarcación. Y al otro, para mi la estrella de la muestra: La piel de oro, una serie de 31 collages sobre tabla inmensos en su estética. Animales, desnudos, moda, hinduismo, referencias rococó, egipcias, griegas, hasta aparece invitado un San Sebastián coronado y Napoleón Bonaparte, como le comenté sorprendido a Álvaro Rguez en la inauguración, mientras el esperaba entre paciente y divertido a que yo terminara de descubrir todos los secretos que guarda la obra de Gulías.
Lo que podemos ver esta semana en Apo’strophe es talento neobarroco, pan de oro, un guiño al modernismo centroeuropeo y en síntesis una gran experiencia visual y divertida.