El Club Baloncesto Seis do Nadal y la ONG Entreculturas Vigo hicieron una propuesta a todos los clubes participantes: utilizar un torneo de baloncesto para concienciar a los más pequeños, y a las familias que les acompañaron durante dos días en el pabellón, con la campaña de esta ONG denominada La silla roja que de forma simbólica recuerda que está vacía porque un niño o niña en el mundo no puede ir a clase.
En todos los partidos, al lado de cada banquillo se colocó una pequeña silla roja vacía que nadie debía ocupar ni sabía por qué estaba allí. Una vez finalizado el encuentro, todos los equipos, en tres turnos diarios, acudían a un mini taller en el que voluntarios de Entreculturas le explicaban el significado de la silla roja, se proyectaban varios videos y se interactuaba con los deportistas.
Al término de cada sesión, los componentes de los diversos equipos, sorprendidos porque tantos niños de su misma edad no tuvieses acceso a la educación, como ellos, proponían soluciones: que se construyan más escuelas, donar dinero, enviar libros ymaterial escolar, difundir el mensaje de la silla roja….
La primera acción voluntaria que podían hacer era algo tan sencillo como firmar un documento que Entreculturas enviará el próximo mes de septiembre a la ONU. Allí, en Nueva York, se definirán los próximos objetivos mundiales para el periodo 2015-2030, y se pedirá que se sitúe a la educación como un objetivo prioritario para los próximos 15 años, intentando que se reduzca a cero el número de niños y niñas que no tienen acceso a una educación básica y de calidad.
María, de Seis do Nadal, realizaban esta reflexión final: “El torneo me ha gustado mucho porque esta actividad de la silla roja nos ha hecho pensar que debemos ayudar a los niños y niñas que no tiene escuelas”. Y Carla, de Salesianos, se mostró sorprendida porque “no me esperaba este tipo de actividad tan significativa en un torneo y que, firmando en un papel, podamos influir en los políticos para solucionar este problema de la educación”.
Tras dos días de intensa competición, jugadores y jugadoras de Vigo, Porriño, Marín, Vilagarcía, Ourense, Santiago y Oporto, 300 en total, con sus respectivas familias y amigos acompañantes, han vuelto a casa sabiendo que, además de un gran torneo, en sus manos está cambiar el mundo y luchar por una causa justa como es la educación universal para todos. Una pulsera roja que se han llevado puesta se lo recordará, al menos, los próximos días.