Cada vez se hacen más fotos, a diario cientos de millones en todo el mundo, Instagram recibe más de 60 millones de fotos cada día y se estima que son más de 500 millones de fotos diarias las que se suben a redes sociales. Esto es un hecho, más fotos y más públicas pero, ¿Qué ocurre con la calidad?.
La mayoría de estas fotos están hechas con teléfonos móviles, si, un aparato creado para comunicarse que apoyado por una fuerte cantidad de innovaciones y una demanda brutal, ha evolucionado de forma vertiginosa llegando a ser además de un dispositivo de comunicación un cajón de utilidades muy diversas, apoyado por unos dos millones de aplicaciones (Apps).
Pero volvamos al núcleo del asunto, de todas estas fotos la mayoría son realizadas con teléfonos, que tienen una clara limitación de calidad frente a las cámaras fotográficas, y no me refiero a las cámaras profesionales, ni a réflex o bridge de tipo medio, me refiero a una “humilde” cámara compacta de cualquier marca fotográfica, de las de siempre, que por precios de menos de 100 euros la mayoría tenemos por casa en estado de casi abandono.
El motivo está claro, el teléfono va siempre encima y la cámara no, el teléfono lo cargamos a diario y la cámara está muchas veces descargada, con el teléfono la foto que acabas de hacer la pueden ver miles de personas en segundos, el teléfono ha ganado la partida física al estar siempre accesible, pero si comparamos en calidad una cámara compacta es capaz de obtener imágenes muy superiores a un teléfono móvil y una de las principales diferencias está en el tamaño de su sensor.
El sensor es el “carrete” de las cámaras analógicas, es el encargado de capturar la luz que atraviesa el objetivo y convertirla en los puntos que forman la imagen, os sonará más si digo que es el contenedor de los pixeles, famosos por su publicidad en los dispositivos anunciando 16, 32, 41 Mpx (megapixeles) en una carrera por ver quién tiene la cámara con más de estos “puntitos”.
Pero es lo mismo 16Mpx de una cámara réflex profesional, de una compacta o de un teléfono, rotundamente NO. Por propia física cuanto más pequeño es el sensor más pequeños son los pixeles y por lo tanto menos calidad tendrán y más problemas generan en la imagen.
En la imagen adjunta podemos ver una comparación de los tamaños de los sensores y claramente se aprecia como el sensor de la cámara de un teléfono tiene, habitualmente, unas dimensiones de 4,5×3,4 milímetros, menor que el globo terráqueo representado en las monedas de un céntimo de euro, mientras una cámara compacta, de las normales, ya dobla esta superficie y a medida que escogemos modelos de cámara de mayor calidad esta superficie aumenta progresivamente.
Como conclusión os aconsejo que desempolvéis las cámaras de fotos, que no penséis en el teléfono móvil como una cámara y que cuando vayas de vacaciones, de viaje, a una fiesta, concierto o a pasar una tarde a un sitio especial lo hagas con la cámara. Ella seguro que estará encantada de acompañarte y además de disponer de un mayor sensor, usará su lente de mayor calidad, su zoom óptico, su procesador de imágenes y una gran cantidad de sistemas creados para la captura de imágenes, ignorados en la gran mayoría de teléfonos. Eso sí, no olvides el teléfono para llamar a tus amigos y contarles las buenas fotos que acabas de hacer, con tu cámara de fotos.