En el mercado, señora tome nuestro papelito, por favor deje de comprar y háganos caso que nosotros somos la pera. Compare con los demás y después decida, pero que conste que no hay otra opción mejor.
En la calle se oye el coche con el megáfono que se acerca del partido de Jaimito. Su música es inconfundible porque ya llevamos muchas elecciones oyéndola. Vótenos, no deje de votarnos, Vd ya sabe que nosotros somos los mejores.
A la entrada del fútbol, del trabajo, de la discoteca, en plena calle eres asaltado por las hordas electorales para las cuales es imprescindible que les votes porque ya conocen tu preocupación y ellos tienen una solución para cada problema.
Cinco minutos más adelante te encuentras con la oposición o con la oposición de la oposición, incluso con los recien llegados o con los que han cambiado su nombre buscando un nuevo nicho de mercado.
Vóteme, vótenos pero no deje de votar, participe en la fiesta de la democracia, si no luego no podrá protestar. Vote Vd mi lista, no se preocupe de más, yo le garantizo el paraíso y si no es así…nos vemos dentro de cuatro años.
Pero vote, oiga, vote.