Son auténticas obras de arte que embellecen la ciudad y la llenan de colorido. Por desgracia, todavía quedan gamberros que confunden el arte con el emborronar las paredes y las puertas de garajes, afeándolas con garabatos, firmas ilegibles y, en muchos casos, con palabras soeces. Este tipo de gamberradas, que suelen realizarse al amparo de la oscuridad de la noche, además de las molestias que provocan, conllevan un coste elevado de limpieza y pintado. Si Vigo quiere evitar esas situaciones que se reflejan en esta fotografía tomada en una céntrica calle, el Concello debería tratar de identificar a los autores mediante la colaboración de la Policía Municipal y la Policía Nacional, y obligarlos a pagar los desperfectos, además de la multa correspondiente, porque no debemos confundir el respeto y el buen uso de la libertad con el abuso.