La de Kaviedes ha sido una carrera singular. En 1998 saltó a la fama al convertirse en el máximo goleador del fútbol mundial al hacer 43 tantos con el Emelec ecuatoriano. Estas cifras asombrosas le valieron para dar el salto a Europa, concretamente al Perugia italiano. Tras no brillar demasiado en la Serie A, el Celta decidió confiar en él en 2001, pero la apuesta fue un desastre. En total, disputó 6 partidos oficiales con la celeste, marcando 2 goles. Kaviedes fue más conocido en Vigo por su fama de ‘conquistador’ -se le llegó a apodar ‘El inseminador’-, que por sus dotes sobre el césped.
Tras varias cesiones, abandonó el Celta definitivamente en 2004. En su selección sí que ofreció un buen rendimiento y, de hecho, forma parte de la historia del fútbol ecuatoriano. El 7 de noviembre de 2001 marcó el gol que dio a Ecuador la clasificación para la primera Copa del Mundo de su historia. El delantero jugó los Mundiales de 2002 y 2006.
Kaviedes ha jugado en España (además de en el Celta militó en el Valladolid), Italia, Portugal, Inglaterra, México, Argentina y en los últimos años ha ido saltando de un club a otro de Ecuador. Su carácter no ha cambiado, ya que en su último equipo, el Liga de Portoviejo, fue apartado por problemas de indisciplina.
Ahora, se ha comprometido con el Águilas de Santo Domingo, cuando todo parecía indicar que iba a jugar en otro equipo de esa localidad, el Talleres. En esta nueva aventura estará junto a su hijo adoptivo, Marco Kaviedes Micolta, con el que ya coincidió sobre los terrenos de juego en el pasado.
Kaviedes se hizo cargo del joven Marco desde muy pequeño. «Le amo a mi papá. Me crié desde muy pequeño con él, desde que tenía dos años y ahora estoy contento porque he venido rindiendo día a día. Él siempre me enseñaba a patear la pelota y, ahora que puedo jugar de manera profesional, estoy muy contento», comentó el hijo adoptivo del ex del Celta en 2014, cuando coincidió con su padre en el Liga de Loja. Sobre cómo conoció a Kaviedes, respondió: «Yo vivía en el sur de Guayaquil, en un sitio de mal ambiente. Él me vio y me adoptó. Mi mamá estaba sola y le dijo yo me hago cargo de Marquitos y ahí me salvó la vida porque si no, no hubiera tomado ese rumbo».