Sin embargo, mientras el tiempo avanza, el deterioro es perceptible desde todos los ángulos. A través de las ventanas que dan hacia la calle se puede observar que el edificio del asilo, que ya ha sufrido varios incendios, está lleno de todo tipo de basura y con enormes destrozos, muchos de ellos consecuencia del vandalismo. La puerta principal está continuamente abierta y algunas de sus dependencias sirven de cobijo para drogadictos. El portalón de la calle Poboadores, perfectamente visible desde el balcón del Paseo de Alfonso XII, lugar frecuentado por los forasteros, sirve de entrada a lo que sin duda es un picadero, muy conocido entre los usuarios de la droga. El conjunto presenta una imagen deplorable de la ciudad, tanto por la basura y desperfectos que acumula, como por el ambiente sórdido de su interior. Y en medio de ese entorno, el portalón de la calle Poboadores, siempre semiabierto, parece, tal cual, la puerta de un infierno del que nadie puede escapar.