El pasado jueves, Esteban Alonso y Manuel Pedrares, entrenadores del Kayak Tudense, iniciaron el camino hacia Montemor o Velho, una localidad próxima a los 30.000 habitantes. Ya conocen su paisaje. Lo primero que se ve es el enorme campo de regatas, con una longitud de 1.000 metros. Lo segundo, el castillo que preside una pequeña colina y que se puede visitar. Fue de los españoles antes de pasar a propiedad portuguesa.
El último tramo de la carretera hasta el escenario de la competición es entre fincas. Es estrecha. Hasta que de repente se amplía a cuatro carriles. Enfrente, una gran nave donde se guardan los barcos y están los palistas. El aparcamiento es amplio, tan grande que resulta a veces complicado elegir el lugar.
Esteban Alonso y Manuel Pedrares cumplen con su ritual. Lo primero es comprobar de donde procede el viento. Parece algo anecdótico, pero tiene una enorme trascendencia. Después, desplegar la pequeña bicicleta que utilizan por los desplazamientos y también para seguir a los deportistas en la competición.
La entrada al recinto es enorme. Los portugueses insisten, y queda demostrado en multitud de carteles, que no se cobra entrada. A la izquierda, el lugar para los palistas y sus barcos. A la derecha, la zona de tiendas. Todo con un amplio espacio.
Acreditarse es sencillo. Pero hay que mantener la calma. Se lo toman con tranquilidad. La prisa no forma parte de su vocabulario. Una vez que se logra la correspondiente acreditación, las facilidades son muy grandes. Cualquier petición es atendida de inmediato. Siempre que puedan, claro. Todos los componentes de la organización hablan inglés, portugués y español. Y muchos, el francés.
La acreditación es básica. Los guardias de seguridad, todos altos y fuertes, no dejan pasar a nadie que no tengan el distintivo. Y lo hacen con elegancia. Sin alterarse. Sin malos gestos.
Cerca de la zona de la competición sorprende un enorme camión. Es de Nelo, la empresa líder mundial en la fabricación de embarcaciones. Se despliega hasta convertir el espacio en un gran lugar de trabajo. Y allí hay barcos que se reparan y otros nuevos protegidos con fuertes embalajes. Presenciar esos trabajos bien merece un momento de atención.
Después hay que pasar un puente de madera. Se accede a una cómoda zona de prensa. Hay enchufes por todos los lados y la atención es excelente. La conexión wifi funciona a mucha potencia. Se puede tomar café. Otro aspecto que destaca es el televisivo. Dos enormes unidades móviles se encargan de la retransmisión. Poseen cámaras en todos los lados. Varias en la salida, otra ubicada en un coche para seguir la regata, una suspendida a varios metros de altura y que se mueve a gran velocidad y otra justo enfrente de la llegada en medio del campo de regatas. La realización es de primer nivel. Y por todo el recinto se encuentran multitud de pantallas de televisión para seguir el campeonato. Incluso una enorme cerca de la grada principal.
Los componentes del Kayak Tudense conocen bien la instalación. Se mueven seguros. Llega la hora de las pruebas. El escenario es único. Los palistas, para acceder al lugar exacto de la regata, tienen que hacerlo por un canal lateral. Allí también pueden entrenar. Los únicos barcos que pueden estar en el campo de regatas son los de los jueces. Y con limitaciones. No pueden provocar olas con sus desplazamientos. Por eso siempre van detrás de los palistas. Al otro lado, dos embarcaciones de cuerpo de bomberos están atentos a cualquier incidencia.
Los componentes del Kayak Tudense conocen bien la instalación. Se mueven seguros. Los entrenadores viajan en bicicleta. Utilizan un paseo lateral para ese cometido. Los órdenes que transmiten se escuchan con claridad. Y lo primero que comprueban es el viento.
Lo normal es que sople de manera lateral. Eso beneficia a las calles 1, 2, 3 y algo a la cuatro. Están protegidas por un seto y un pequeño muro. Las otras, hasta la nueve, lo tienen más complicado. Tanto que es casi imposible el poder optar al triunfo en cada prueba. Sobre todo los canoístas, los que compiten de pie. Alguno terminó en el agua. Por eso, el viento, su intensidad y su dirección juegan un papel fundamental.
Roi Rodríguez se presenta a la salida con gesto serio. Algo habitual. Concentrado. La primera eliminatoria la pasó de forma excelente. Pero no se sintió cómodo. Y hubo un ligero cambio en su embarcación. En la semifinal del K-1 1.000 metros superó a con claridad a sus rivales. Una demostración de fortaleza. Pero terminó cansado.
(El canoísta del Kayak Tudense Brais Casás. Abajo a la izquierda, Alfonso Domínguez)
Presenciar una regata cerca de la llegada es una experiencia única. Se comprueba la inmensidad del recinto, ubicado en un valle. También el esfuerzo que hacen los deportistas. Todos llegan agotados, sea cual sea su posición en la clasificación.
Esteban Alonso dirige a Roi Rodríguez. Le aconseja. Sabe sus movimientos. Controla sus registros. También de Brais Casás, el canoísta que logró vencer en la semifinal de C-1 1.000 metros y demostrar que puede estar entre los mejores. Alfonso Domínguez, en el C-4 500, es el otro componente del Kayak Tudense en la competición.
El entrenador es metódico. No deja nada al azar. Una vez que termina la regata, le dirige sobre los siguientes movimientos. “Pesaje, recuperación y descansar”, se escucha con nitidez. Y a eso van los dos. Siempre con un mensaje claro y conciso que muchos no entienden. Pero ellos sí.
Los palistas comparten espacio con sus compañeros, pero también se acercan a sus familiares y amigos. Roi está concentrado. No concede más tiempo del necesario. “Tengo que irme. Descansar y comer”, acierta a decir. Las felicitaciones las recibe con agrado, pero quiere esperar al final. Quizás cuando tenga las medallas. El actual subcampeón de Europa tiene aspiraciones a serlo del mundo.
Pero el campeonato mantiene su intensa actividad. Son 236 regatas las que se realizan durante cuatro días. Se mezclan idiomas, culturas y rutinas. Hace calor. Los tiempos de espera son lo peor. Pero se pueden aprovechar. Esteban Alonso y Manuel Pedrares no pierden el tiempo. Miran, observan y analizan a otros competidores. “El ruso tiene buena pinta”, dicen. Se intercambian información. Y también desvelan algunas cosas.
Sorprende el equipo alemán. Varias personas se encuentran en una zona del campo de regatas. Poseen antenas portátiles y ordenadores. Tiene su explicación. A través de sistemas tecnológicos de última generación controlan a sus palistas. Emiten de forma instantánea un informe con miles de datos, como las paladas por minuto, sus esfuerzos, sus tiempos… Incluso llevan un pequeño aparato en sus barcos para tener mayor fiabilidad. Y toda la información se recopila a través de varias antenas colocadas en todo el campo de regatas.
Siempre hay momentos para descubren aspectos curiosos. Por ejemplo, los nuevos barcos de Nelo que se utilizan desde el pasado mes de marzo. Dicen los palistas que son mejores. La principal referencia se encuentra en la proa. El resto son detalles técnicos difíciles de comprender, salvo para los expertos. Lo cierto es que, en apariencia, tienen una impresión visual impactante.
Se fabrican en una pequeña localidad al norte de Oporto, a poco más de cien kilómetros de Montemor o Velho. Allí se encuentra el ‘corazón’ de una empresa líder mundial en este segmento. Un centro tecnológico donde se cuidan todos los detalles y donde la investigación es algo preferente. Los barcos que se construyen allí viajan después para todo el mundo.
Entre ellos a Montemor o Velho. Ese lugar forma parte de su escaparate mundial. Allí están los mejores. El campo de regatas ya acogió pruebas del mundial y también de la Copa del Mundo. En el año 2018 tiene previsto recibir el Campeonato del Mundo, la competición similar a la que tendrá lugar el próximo mes de agosto en Milán y que servirá para decidir las plazas olímpicas.
Pero antes quedan muchas emociones fuertes. Roi Rodríguez disputará el sábado la final del K-1 1.000 metros y el domingo por la tarde la de K-4 1.000 metros. Brais Casás afrontará la final del C-1 1.000 metros el domingo. Alfonso Domínguez espera confirmar su progresión en júnior.
El Mundial sub-23 y júnior en Portugal se vive con pasión en el Kayak Tudense. El club más emblemático de España cuenta con estar de nuevo en el podio internacional. Claro que tiene por delante un mes intenso. Organizará el Descenso del Miño tanto de competición como el popular el día 15 de agosto, para el que ya está abierto el periodo de inscripción, y también tendrá al menos seis palistas en el Mundial de Milán con el objetivo puesto en los Juegos Olímpicos. “Toca trabajar y esforzarse”, insiste Esteban Alonso, que devora kilómetros en coche o en la lancha que utiliza en los entrenamientos. Pero también hace ejercicio en la bicicleta, otro elemento clave para los palistas aunque utilice una superficie distinta al agua para desplazarse.
Vídeo de Roi Rodríguez y Brais Casás en el Mundial sub-23 (a partir del 1:26:00)