El psicólogo del hospital Vithas Pedro Santamaría asegura que la depresión o síndrome postvacacional “no es una enfermedad; más bien se trata de un proceso de adaptación a la rutina que, en ocasiones, puede resultar duro y cargante”. Así lo asegura en un post publicado en el blog del Hospital titulado “El duro adiós a las vacaciones de verano”.
Según Pedro Santamaría Gargamala, “cuando volvemos a nuestro entorno laboral y a nuestras obligaciones, debemos hacerle frente a una rutina más ajustada y firme. A simple vista todo nos resulta más pesado y que requiere una mayor concentración y esfuerzo, lo que puede interferir severamente en nuestra operatividad y calidad de trabajo”, afirma.
El psicólogo cree que “volver a incidir con las presiones y obligaciones diarias puede tener consecuencias negativas en la salud, como el aumento de la ansiedad. La ansiedad, aunque sea un fenómeno que de alguna forma u otra, nos ocurre a todas las personas, en ocasiones puede derivar negativamente en sensaciones corporales y pensamientos automáticos que nos generan malestar”.
En este sentido, señala que el síndrome o depresión postvacacional “No se considera una enfermedad, pues no existe un consenso de especialistas que haya definido este fenómeno; más bien se trata de un proceso de adaptación a la rutina que, en ocasiones, puede resultar duro y cargante. Si bien la Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que un 35% de trabajadores ente 25 y 40 años podría sufrir este malestar en la reincorporación, la mayoría de las personas aprende a convivir con ello. Conocer qué es lo que activa nuestro malestar, ya sea una persona de nuestra empresa, la excesiva carga de tareas, la dificultad del encargo o la responsabilidad que conlleva, nos va a permitir adaptarnos y buscar soluciones”, dice en la última entrada registrada del blog hospitalvithasfatima.com.
Para hacer frente a esos síntomas, Santamaría Gargamala propone tres acciones: mantener ciertas rutinas durante las vacaciones; planificar la reincorporación laboral y mantener en el trabajo una buena actitud.
Así, la primera medida preventiva pasa por mantener ciertos hábitos y rutinas, así como tener los horarios de sueño fijos para no alterar nuestro reloj biológico, así como las actividades placenteras de ocio anteriores a las vacaciones.
Justo antes de volver a la rutina invernal, es aconsejable planificar la incorporación al trabajo antes de que las vacaciones finalicen, a ser posible media semana antes, para que ese comienzo sea progresivo. “De esta manera, será más fácil cumplir de manera estricta el horario laboral y no hacer el primer día una jornada extremadamente larga”, asegura Pedro Santamaría.
Ya una vez incorporado al trabajo diario, es conveniente mantener una actitud positiva: Intentar distinguir los momentos buenos y malos en el trabajo, dejando de lado los segundos y centrarse concienzudamente en cuáles son los desencadenantes de estos buenos momentos, poner todo de nuestra parte para que surjan más a menudo; charlar con los compañeros, amigos y familiares para así socializar y amenizar las horas de trabajo; estar animado y tener planes al salir de la oficina o de las clases, para así realizar algunas actividades que no estén sujetas a la rutina diaria y también nos den una excusa para desligarnos y olvidarnos de nuestras tareas.
Finalmente, este psicólogo del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima recomienda que “si aparecen síntomas más severos, como tristeza excesiva o ideas extrañas e inadecuadas, si ve que el malestar le impide desarrollar su rutina diaria, probablemente no tenga que ver con el estado postvacacional, aunque coincida en el tiempo, y sea preciso la consulta con un profesional de la salud mental”.