Yo he visitado varias veces la región catalana y he comprobado que está poblada por hombres y mujeres preocupados por el bienestar de los suyos, por la mejora de sus negocios, por tener un buen sistema sanitario o educativo, por querer divertirse en su tiempo libre y por querer mucho a su región y estar orgullosa de ella. Además de disponer de un idioma propio.
Exactamente igual que los ciudadanos de otras partes de España, de Europa y del mundo que quieren mucho a su tierra y que pueden hablar en dos idiomas.
Entonces ¿cual es esa singularidad con la que nos bombardean todos los días?
Mi impresión es que Cataluña desde hace más de tres siglos ha contado con una burguesía dirigente, que entendió que presionando en Madrid de forma continua y con una muy hábil diplomacia era capaz de torcer la mano a los dirigentes del gobierno de turno para que legislaran en su favor.
De esta manera ya en el siglo XVIII las hilaturas catalanas disfrutaban del mercado cautivo español y de los territorios de América y de Filipinas. Con lo cual cualquier empresario español que vendiera textil estaba obligado a comprar el género catalán cuando el tejido inglés era más barato y de mejor calidad.
Es curioso que hoy en el año 2015 la mayor empresa textil española sea gallega, y varias empresas catalanas del ramo se libraran de cerrar gracias a que trabajan para el gigante de Arteixo.
La singularidad catalana radica también en que desde hace décadas existía una ley no escrita mediante la cual en los gobiernos de la nación el ministro de industria debía ser catalán, para que él decidiera dónde iban las inversiones en territorio español. Sobre esto, podemos recodar no hace mucho a algún dirigente de CiU, decir que los fondos para el AVE gallego estarían mejor destinados en «su» corredor Mediterráneo.
Los que vivimos el final de la dictadura podemos recordar que la región catalana (al igual que la vasca y la navarra) eran siempre las más favorecidas en cualquier tipo de inversión de obras públicas, consiguiendo con el tiempo las dos Españas, una más desarrollada y otra pobre que aportaba mano de obra barata para las fábricas del norte y noreste español.
Así que las oligarquías que están hoy todo el día protestando y perdonándonos la vida a los españoles no es la extremeña, andaluza o gallega, sino las que han sido las más beneficiadas a lo largo de la historia moderna de nuestro país.
Ese es todo el problema del «encaje» de Cataluña en España, que están acostumbrados a mangonear en el gobierno nacional para ser siempre ellos los más beneficiados. Ayer fue el “arancel Cambó” y hoy “el derecho a decidir”, pero el fin sigue siendo el mismo.