La diferencia entre ambos partidos no llega al año, pero Carolina González pasó de ser una futbolista precipitada, casi temerosa en el remate, a tener una una capacidad de definición notable. De siempre tomar la decisión equivocada, a transmitir seguridad en cada movimiento. Una mejora debida al trabajo sobre el terreno de juego pero, sobre todo, a una liberación física y mental. A la “confianza”, porque “cuando la tienes todo va mejor y se nota en los resultados”, afirma la futbolista.
Su particular cambio comenzó a llegar cuando pasó de extremo a delantera centro. Ya había tenido alguna experiencia en la punta del ataque y, de hecho, un recién llegado David Ferreiro la situó en la punta del ataque “en la segunda parte de mi primer partido y marcó un gol a los dos minutos. Vimos que estaba cómoda . Se siente más libre”, agregó el técnico. Carol es alta, delgada, con buen golpeo de balón y veloz, pero dispone de poco juego de espaldas y apenas cabecea. Es decir, características de jugadora explosiva de banda más que del centro de ataque. Sin embargo, lo más importante, su mente, su espíritu no atiende a las ataduras de la línea de cal y tuvo que alejarse de ella para explotar unas cualidades que parecían enviarla a sus cercanías.
La nueve de El Olivo, como recoge su camiseta, lo explica de la siguiente forma: “El año pasado comencé a mitad de temporada a jugar como delantera centro y ya le comenté al entrenador que estaba más cómoda, es una posición que me va bien, y estoy mejor que jugando por la banda. Esto repercute en mi rendimiento porque si estás mejor, vas a evolucionar en todos los aspectos”. Así, en cierto modo contradictoria, Carolina González, también indica que “es más complicado jugar de delantera, pero a mí me gusta más” y añade sobre sus propias limitaciones que “me cuestan varias cosas, pero es normal porque llevo poco tiempo. Creo que voy mejorando poco a poco. En cada entrenamiento David Ferreiro me pide cosas porque quiere que pueda dar lo mejor para el equipo”.
De mejoras hablan sus números. Once goles en seis partidos esta campaña para un Olivo que lidera la clasificación en el grupo I de División de Honor con pleno de victorias y cifras de escándalo. La campaña pasada la propia Carol finalizó el curso con veintidos tantos, ahora ya lleva la mitad y la anterior no se acuerda, “unos diez u once”. Claro que por aquel entonces el ataque de El Olivo estaba comandado por Anaír Lomba y Natalia de Francisco, ambas en Primera División.
Una máxima categoría que también es el objetivo para una Carol que no duda en afirmar que “si ganamos la liga y logramos ascender, los goles me dan igual”. También matiza que “los que marco son de todo el equipo, sino lo hacemos todas bien, yo no puedo marcar”. Detalles para una futbolista con confianza, con características de extremo y pasión de ariete. Y, como muchas veces pasa, el corazón gana a la razón y, en este caso, se convierte en una antilógica racional. Es Carolina González, la oliva desenjaulada des que abandonó la línea de cal.