No siempre nos apetecen galletas complicadas o especiales, a veces las más simples resultan deliciosas para acompañar un café o un té a media tarde, mientras leemos un buen libro y nos escondemos bajo una manta en el sofá. Llegado el otoño, esas cosas son las que convierten un fin de semana en casa en un momento de desconexión y relax, por eso procuro que no falten las galletas caseras en mi despensa.
Ingredientes:
100 g de mantequilla pomada.
100 g de azúcar blanquilla.
2 huevos.
175 g de harina.
un pellizco de sal.
1 cucharadita de extracto de vainilla.
1 cucharadita de levadura química.
Preparación:
Precalentar el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
Mezclar la mantequilla pomada con el azúcar, hasta obtener una masa homogénea y sin grumos. Ir añadiendo los huevos, de uno en uno, y seguir removiendo, hasta que se integren bien. Añadir el extracto de vainilla.
Agregar la harina, la sal y la levadura. Mezclar bien. Colocar la masa en una manga pastelera con una boquilla pequeña.
Cubrir la bandeja del horno con papel sulfurizado y, con la manga, distribuir pequeñas bolitas de masa. Hay que dejarlas un poco separadas, porque se expanden al hornear.
Hornear a 180ºC entre 10 y 15 minutos (el tiempo dependerá de nuestro horno, y del tamaño de nuestras galletas). Ir vigilando los bocaditos y retirarlos del horno cuando se vean ligeramente dorados en los extremos pero blancos en el centro.
Dejar enfriar sobre una superficie fría.
Una vez que estén fríos, guardarlos en un recipiente hermético.