Continuamos la cobertura hasta el edificio MIK-KA en el cosmódromo Baikonur, en media de la Estepa. Allí los visten con sus escafandras Sokol KV2 (diseñado para evitar que la tripulación pueda morir en un accidente de despresurización) y realizan los últimos test. Verlos salir con la indumentaria espacial impresiona. Esas cosas que sólo habías visto en las películas y que no llegas a creerte que sucedan en la realidad.
Familiares, periodistas e ingenieros de Roscosmos los despedimos a pie de autobús. Sería el último momento en el que los viéramos en tierra ya que trasladarnos hasta el cohete ya no se permitiría.
Me impresionó el cariño que estaba recibiendo el británico Peake, ya que era su primer viaje al espacio. No sucedía lo mismo por ejemplo con el ruso Malenchenko, ya que es su sexto viaje a la Estación Espacial Internacional. Desde este edificio, todos nos trasladamos hasta el punto designado a 800 metros de la plataforma Gagarin. En medio de la estepa kazaja, dentro del cosmódromo con cientos de kilómetros alrededor de absolutamente nada.
Tuvimos suerte con el factor metereológico. 15 de noviembre de 2015, un día soleado, sin nieve y apenas unos grados bajo cero. A medida que se acercaba el momento, 17.03 hora local, los nervios comenzaban aflorar. Sólo tienes una oportunidad, el cohete Soyuz FG sólo va a despegar una vez. Se mezcla la emoción de querer verlo con la tensión de que todo lo que quieras decir, informar, esté bien explicado.
Veinte minutos antes te posicionas delante de tu cámara para cuadrar plano e información. Puedes hacerlo de diferentes maneras. Yo decidí comenzar un minuto antes del lanzamiento para situar el contexto, que todos fuéramos testigos, y desplegar varios datos que me parecían interesantes, sin posterior postproducción. Así mantienes la tensión.
Está claro que son pocos los expertos en esta materia y tu cometido es que tanto una mujer de 70 como un niño de 10, lo entienda. Contextualizar y aportar información interesante creo que es la clave. Preguntas que yo misma me estuve haciendo durante los días previos. Cuando comencé a escuchar los propulsores, lo único que quería era girarme. Ya que fui hasta allí por lo menos verlo.
Cuando se retiran las cuatro torres principales del “tulipán” que mantienen al cohete en su posición vertical, el Soyuz FG toma potencia y sale disparado a una velocidad menor de la que esperaba, con lo cual tienes tiempo suficiente de ver el espectáculo. Sólo puedes escuchar en kilómetros a la redonda ese sonido de los propulsores, nada más.
Tenía a mi lado al hijo de Peake. Sí podía intuir sus gritos de “Dady, dady, dady”. Casi pierdo la concentración pero cuanta más presión hay, mejor salen las cosas. Al menos para mí.
Fue un momento mágico y único que volvería a repetir. Ves las estelas dejadas por el cohete, dejando formas de humo extrañas. A los 9 minutos, justo cuando el cohete sale al espacio escuchas un ruido tremendo, que te hace cuestionar si todo va bien. Al comprobar la reacción de gente a mi alrededor y darte cuenta que nadie se extraña es entonces cuando entiendes que ese el momento en el que en el que la Soyuz FG se desacopla, dejando libre en el espacio a la Soyuz TMA 19 M. Algo que puedes ver claramente.
Son sólo 9 minutos hasta ese momento. A partir de ahí 6 horas hasta que la tripulación se acopla a la EEI. Todos los equipos de TV, fotógrafos y demás corrían para mandar sus materiales. En la estepa kazaja no hay internet, y Roscosmos nos servía ese servicio pero a cuenta gotas, por turnos.
Mi trabajo ya estaba hecho así que me relajé contemplando los ordenadores de mis compañeros seleccionando sus mejores instantáneas. Regresamos a nuestro hotel pero estuve pendiente las siguientes horas del transcurso del viaje. La Nasa, la Esa y Roscosmos tienen unos increíbles sistemas con cámaras internas en las que puedes ver todo en directo y escuchar las transmisiones entre tripulación y centros de control.
A las 6 horas casi en punto procedían al acoplamiento. Hubo momentos de tensión porque el primer acoplamiento de forma automática no salió bien y el comandante ruso Malenchenko tuvo que tomar los mandos de forma manual. Esto es algo que parece ser pasa a menudo, pero dado el momento es lógico que sientas temor. Imagina a sus familiares, que estaban en el hotel siguiente toda la operación.
Ir a el espacio tiene que ser alucinante, pero hay que recordar que un fallo puede ser lo último para la tripulación. Hasta el momento en el que los vi entrar en la EEI no me quedé tranquila del todo. Y cuando sucedió aplaudí porque la misión estaba cumplida.