La tarde parecía destina a un juicio paralelo sobre el capitán del Celta. Con interrogante toda la semana, no estaba claro que el argentino se vestiría de corto. Berizzo no lo desveló el día antes del partido y la convocatoria comenzó a despejar las dudas. El capitán estaba entre los seleccionados.
Saltó al terreno de juego en contra de todos los pronósticos y profecías. Al cantar su nombre llegó el primer juicio que ganó Augusto. Ovación. Ya sobre el verde, Augusto realizó uno de esos encuentros tan sobrios como fundamentales en la medular del Celta. Probablemente, ejerció el papel de mediocentro que tanto gusta al Atlético de Madrid y al ‘Cholo’ Simeone. Cortó balones, tocó con fluidez, combinó en corto y en largo, molestó, tuvo presencia, dirigió. En definitiva, lo que se le pide a un mediocentro defensivo. Aportar en ataque y en defensa.
Tampoco es preciso aumentar los elogios. No fue el partido de su vida, no resultó decisivo y, como único error reseñable, perdió un balón a cuatro minutos del descanso que pudo resultar peligroso. No lo fue y compensó el error con un buen número de robos de balón. Faceta en la que Augusto es todo un especialista.
Y así, a falta de doce minutos, Berizzo optó por retirarlo del terreno de juego. La grada habló y dictaminó que el capitán se iba del Celta con una ovación cerrada. Se tomó su tiempo para marcharse del terreno de juego. Respondió a los aficionados devolviendo los aplausos y comenzó el momento de los abrazos. En primer lugar con Radoja, su sustituyo ayer y también natural. Después llegó el de Bonano y, cuando parecía dirigirse a sentarse, claramente emocionado, llegó el turno de Berizzo. A continuación, el resto del cuerpo técnico.
Precisamente, fue el técnico el que buscó a Augusto. A unos centímetros le dirigió unas palabras y lo que podría haber sido un saludo habitual cualquier otra tarde fue abrazo con olor a despedida. Dos argentinos, el entrenador y su principal exponente en el terreno de juego. El que ordena al conjunto fuera y el que lo hacía dentro. Diseñador y ejecutor que en unas horas separarán sus caminos. Fue el último día de Augusto Fernández con la camiseta del Celta, una tarde húmeda en Balaídos a 30 de diciembre. Fue con derrota, ante el Athletic de Bilbao. Un detalle dentro de un día emocional para Augusto. El día de la marcha del capitán argentino. En el próximo partido, otro jugador llevará el brazalete. El fútbol, como la vida, sigue.