Augusto Fernández regresaba a Balaídos diez días después de que el Atlético anunciase su fichaje y de que él mismo se despidiese del Celta con una rueda de prensa. Solo dos días antes de su marcha, había jugado su último partido con la camiseta celeste y fue despedido con una gran ovación. Este domingo, vistiendo una zamarra distinta, la historia fue diferente.
Augusto, al que Simeone situó en el once inicial, ya se llevó algunos pitos durante el calentamiento. Cuando su nombre apareció en el vídeomarcador, en el momento de anunciar las alineaciones, el argentino se sometió al juicio de Balaídos. Hubo división de opiniones. Algunos lo ovacionaron, como habían hecho en el partido ante el Athletic, pero otros muchos optaron por pitarle.
Cuando empezó el partido, los aplausos desaparecieron para dejar paso únicamente a los silbidos. Cada vez que Augusto tocó el balón, se oía la sinfonía de viento en Balaídos. En Río Alto algunos aficionados se atrevieron a entonar algunos cánticos. «¡Besa el escudo, Augusto, besa el escudo!» o también «!Augusto disgusto!», este último una versión nueva del popular «¡Augusto, qué gusto, qué gusto!».
El Cholo Simeone decidió retirar del terreno de juego a Augusto en los primeros minutos de la segunda mitad. Los silbidos le ganaron la partida a los aplausos en esta ocasión. Eso sí, algunos aficionados se levantaron de sus asientos para aplaudir a su excapitán.