Tengo que reconocer que me echaron a temblar las piernas cuando semejantes monstruos se fijaron en mi para ser su voz en la radio. En cierta manera comprendo un poco el fiasco de programa que les ha salido al señor Pablo Motos y los chicos de El Hormiguero de Antena 3, que sabían que este grupo de virtuosos del ingenio les venía quizá un poco grande, acostumbrados a otros entrevistados mucho menos importantes del imaginario farandulero patrio, en donde el talento escasea, y la chabacanería abunda.
A mi me pasó más o menos lo mismo hace menos de dos semanas. Sensación de impotencia, de ser superado por los acontecimientos… Casi me da un infarto porque para mi, y la gente que me conoce lo sabe, son el culmen de la vida, porque mezclan de una manera magistral las tres cosas que más me gustan; la interpretación, el humor y la música. Muchos coincidiréis conmigo, en que no se puede ser nada mejor en la vida, que un Les Luthiers.
“En estos años hemos avanzado en el aprendizaje de este oficio, el de humoristas musicales, que inventamos nosotros y del que ahora mismo somos los únicos representantes”, ha dicho Carlos López Puccio, miembro desde 1971 de este grupo que estará en Madrid hasta el 12 de marzo.
Desde entonces casi no puedo conciliar el sueño, y estoy en un estado de nerviosismo importante, pues sólo sentirlos tan cerca, me hacía asomarme, en la soledad de mi home studio, al enorme abismo interpretativo y emocional que me esperaba, para estar a la altura de tan incomparables intelectuales. De nuevo apareció el miedo de todos los locutores a no gustar…pero esta oportunidad no la iba a dejar escapar, y como siempre me tomé mi tiempo, respiré profundamente y puse toda la carne (argentina of course) en el asador.
El prestigio cultural de Les Luthiers, es sólo comparable a algunos de los más grandes, como los británicos Monthy Python o los grandes productores americanos de cine de humor como Mel Brooks o el australiano Paul Hogan. Los Luthiers son Historia viva y representantes sin igual de la inconmensurable y rica cultura hispana mundial. Ellos además, han sobrevivido a todos, y se han ido adaptando a los tiempos según venían dadas, lo que los hace aún más valiosos como artistas, y también como personas y colectivo humano. Su trato conmigo ha sido exquisito, y no han puesto ni un reparo a mi trabajo, cosa que me enorgullece doblemente.
Bien es cierto que llevo ya unos cuantos años preparándome para enfrentarme a todo tipo de retos como locuciones en inglés para corporativos, diferentes acentos hispanos o personajes de videojuegos…pero sabía que este era un reto mayor, el mayor que tenido hasta hoy.
En mis ensoñaciones y desvelos me veía yo, un tío de Cáceres, de Extremadura, entre miles de talentosos artistas en la cola de un casting, anhelando tener un hueco al lado de estos genios, que llevan ofreciéndonos casi 50 años del humor más inteligente, sano y creativo que pueda verse y escucharse. Desde luego no apto para gente poco leída o vivida. De lo bueno, éstos son lo mejor.
Hacía algún tiempo que les había perdido la pista, me enteré con gran pena de la ausencia de Daniel Rabinovich y no sabía muy bien qué habría sido de ellos, ya que tienen una edad considerable y de repente…aparecen en mi vida para ponerme ante este challenge, del que aún dudo si voy a salir bien parado, porque son más de las dos de la mañana y aquí ando dándole al cacúmen. Os adjunto las cuñas para que escuchéis mi trabajo.
Es difícil gustarse frente a ellos. Por eso entiendo un poco lo que le ha pasado a Motos (que no es especialmente santo de mi devoción). Cualquiera se siente pequeño ante estas instituciones vivientes, maestros de maestros.
En definitiva, más contento y nervioso que unas castañuelas, por aportar mi minúsculo granito de arena a esta historia, en la que ni en mis mejores sueños, hubiera pensado que me pudiera ocurrir algo parecido.
Tan sólo desear que nos duren mucho tiempo más, porque son absolutamente necesarios para describir y mostrarnos la realidad que nos rodea, también a los más jóvenes.
“Los jóvenes están acostumbrados al humor grosero y cuando nos ven descubren que se ríen a carcajadas sin necesidad de oír ni una mala palabra”, afirma O’Connor.”
Luis Alberto Casado