Desde la muerte de Jimy o, llamémoslo por su nombre, el asesinato de un ultra por otra banda de ultras violentos como son el Frente Atlético, la Liga de Fútbol Profesional inició una campaña de condena y persecución de la violencia en la que se intenta matar moscas a cañonazos, mientras que los elementos peligrosos continúan en las gradas.
Ahora igual no entran con bufandas o pancartas. En ocasiones, tienen que esconder las insignias o las banderas, pero continúan allí. Son conocidos por todos y, como en el caso de los del Sevilla como ocurrió en Balaídos, incluso pueden viajar con menos medidas de seguridad que las que tiene la afición pacífica del equipo local. Y, aunque parezca mentira, esto sucedió en Vigo.
Hace poco se expulsó a un aficionado del Celta que conserva de sus años jóvenes la bufanda de los Celtarras. No vamos a defender aquí a un grupo demostradamente radical e, incluso, peligroso. Sólo podemos decir que éste seguidor estaba en Balaídos con su esposa y en un sector de la grada alejado de donde, históricamente, se situaron los violentos seguidores de la entidad viguesa. Desde luego, exponer su bufanda ochentera durante el himno no suponía ningún peligro para nadie, salvo para los ojos de la seguridad del club y de la campaña de moscas con cañonazos de Tebas y compañía.
Pero todavía hay más, en los últimos días la seguridad privada se esforzó en inspeccionar todas y cada una de las bufandas con las que se accedía al estadio. Algunas no pasaban el corte por poner algún año en concreto y desde alguna peña también se confirma que otro de los símbolos ‘vetados’ es la estrella roja de cinco puntas. Un símbolo cuyo origen es anterior al S.XX y se comenzó a utilizar en el marxismo como símbolo del proletariado y la ideología socialista. Posteriormente, cada idea política intentó pervertirla a su manera. El mejor ejemplo es que ahora se puede encontrar en la ‘Estelada’ de Cataluña, en la bandera de la dictadura de Corea del Norte o en la de pefectamente democrática Guayana Francesa. Sin embargo, parece que en Balaídos incita a la violencia. Será…
En definitiva, es una medida detrás de otra. Un intento estúpido de decir que se intenta hacer algo para no hacer nada. Un día es una bufanda, otro día es un registro, otro es inspeccionar el ordenador de un periodista con su acreditación en regla (y no es el que escribe) y otro es un informe del ojeador de turno que se pone detrás de Irmandiños. Papeles, informes, documentos… en definitiva, postureo de Javier Tebas y compañía para vender su populismo barato y decir que luchan contra la violencia. Populismo futbolero y barato cuando no se hace nada.
Me creeré que se lucha contra la violencia cuando el Frente Atlético (un grupo con dos asesinatos a sus espaldas) sea expulsado de su fondo sur del Calderón. Mientras tanto, sigue allí con sus pancantas, su perfil en Twitter y su venta de bufandas y demás prendas de ropa. Sí, algunos siguen haciendo su negocio. Me creeré que se lucha contra la violencia cuando los Biris no encuentren la forma de adquirir entrada para viajar en unas semifinales de la Copa del Rey a Vigo. Y, es más, me empezaré a creer que se lucha algo contra la violencia cuando un aficionado sea expulsado de una grada tras proferir quince insultos al colegiado, al juez de línea y al entrenador del equipo rival. ¿Hablamos de violencia o no?
Todavía puedo decir más. Me creeré que se lucha contra la violencia cuando en algunos de los partidos de fútbol base a los que acudo un directivo invite al padre exaltado a abandonar el recinto deportivo por torturar al colegiado de 17 años que arbitra un partido de infantiles. Mientras el debate y las observaciones se queden en bufandas aisladas, cánticos recogidos por el informador y demás actos para la galería, no me creo que realmente se luche contra la violencia. Como decía mi compañero Miguel Román hace unas semanas, todo el mundo en un campo puede identificar las manzanas podridas del cesto. Y estas manzanas no se distinguen por una bufanda.
Por cierto, ya me olvidaba, no dejen de recordar que Javier Tebas conserva su puesto por firmar los mejores contratos de televisión posibles. No lo hace por llenar estadios como los del Celta. Por lo tanto, que usted vaya a Balaídos le importa poco mientras la operadora de televisión incremente sus clientes. ¿Y el papel del Celta? Cada uno que extraiga conclusiones.