La lluvía restó afluencia a la representación, al igual que todo el fin de semana, pero cientos de personas se agolparon en los puntos claves para disfrutar con la batalla final de liberación de la villa y expulsión de las tropas napoleónicas.
El Casco Vello se convirtió en un gran teatro al aire libre y los personajes históricos fueron encarnados de nuevo por los miembros de la Asociación de Vecinos. Año tras año la escenificación mejora, se depura, y los pequeños detalles también se cuidan. Es el caso del escenario de Porta do Sol, que va ganando espacio y calidad.
El músico ciego Casimiro abrió con su zanfoña la narración de la representación teatral. Mayores y pequeños ataviados de época se involucraron en la actuación y protagonizaron las primeras escaramuzas con las tropas de José Bonaparte. No podía faltar entre el gentío el alcalde Abel Caballero y un buen número de concejales.
La entrada de Chalot, al mando de las tropas francesas, fue el pistoletazo de salida. «¡Fuera gabachos! ¡Que no quede uno!¡Defensa, defensa!», gritaron los vigueses. En la Porta do Sol se representó la entrega de la ciudad, la muerte de tres vigueses a tiros en una taberna y el encarcelamiento de la viguesa Aurora.
El alcalde Vázquez Varela llamó a la defensa de la villa y la milicia de Vigo descendió por la calle Carral hasta llegar a la Porta da Gamboa. Cachamuíña y el teniente portugués Almeida dirigieron a los voluntarios llegados desde Valladares, Mos y Pontesampaio. «Vecinos de Valladares, Bouzas, Alcabre, Coruxo, Saiáns, Matamá, Val do Fragoso, Beade, Candeán, Bembrive, Lavadores, de Sárdoma, da Salgueira, Teis, y Casco Vello. Adelante», gritó enfervorizado el marinero Carolo.
Hacha en mano, Carolo cayó herido, pero ya nadie podía parar a los vigueses. Las tropas de Napoleón retrocedieron hasta el puerto, donde huyeron de nuevo por mar. ¡Viva Vigo!¡Fuera los franceses! Hasta el año que viene, cuando la historia se repita y la ciudad dé un paso más en su lento pero imparable proceso de identificación.