El último de estos incidentes se produjo antes del derbi del pasado sábado cuando un empleado de seguridad requiso una manta con calaveras a un aficionado céltico. Desde el club aseguran que todo se debió a un malentendido, pero el malestar de los aficionados es patente. Entre los peñistas también ha molestado la presencia en el derbi de la peña radical deportivista Riazor Blues, que se registró de urgencia ante notario para acudir a Balaídos como tal y lucir sus enseñas, entre las que se encontraba una gran pancarta con una calavera dibujada. Esta pancarta no fue retirada y en el celtismo se ve esto como «un agravio comparativo».
Dani Iglesias, presidente de la Peña Natxo Insa, no puede ocultar su enfado. «Es un insulto a la inteligencia. No pueden decirnos que los Riazor Blues son legales y que pueden portar sus pancartas y que a un padre se le requise una manta por llevar unas calaveras», explica este aficionado, que cree que ante los últimos problemas «solo hay dos soluciones: o seguimos así y el Celta se queda sin afición o el Celta rompe con (Javier) Tebas. Hay gente que no quiere volver a Balaídos«.
Y es que las restrictiva política de seguridad viene dictada desde la Liga. Los peñistas consideran que su presidente, el mencionado Javier Tebas, y la empresa de seguridad que opera en Balaídos son los principales responsables de estos incidentes, aunque creen que el Celta debería hacer algo al respecto. «Estamos ante un asunto que había que atajarlo a tiempo para evitar que fuese un problema y estamos en una fase en la que ya es un problema. Parto de la base de que no hay mala fe por parte de nadie, pero algo no se está haciendo bien. Yo no he visto a nadie que matase a otra persona con una manta«, asegura Javi Vaz, presidente de la peña Centolos Celestes.
Vaz también lamenta el agravio comparativo respecto a los Riazor Blues: «Te duele y te sientes humillado cuando en el otro lado ves a un grupo ultra con una pancarta kilométrica con una calavera y con lemas que pueden incitar a la violencia».
Hace unas semanas, las peñas del Celta difundieron un duro comunicado en el que instaban al Celta a que mejorase el trato a sus aficionados en Balaídos y en el que anunciaban que si este no cambiaba, iniciarían protestas. Unos días después, miembros de estas agrupaciones se reunieron con representantes del club, que les prometieron que intentarían atajar el problema. Pero desde entonces, nada ha cambiado.
«La gente está muy cabreada. Con la reunión, parecía que había voluntad de diálogo, pero el tema se ha ido calentando otra vez. Aunque parezca mentira, el club es actor secundario en este asunto y se lleva palos que deberían llevarse Tebas y la Liga. Pero tampoco se puede negar el asunto o achacarlo a la mala suerte, porque eso no pasa en otros estadios de España«, asegura Alberto Fraga, de la Peña Irmandiños, que se muestra muy pesimista respecto a una posible solución.
Por su parte, Christian García, presidente de la peña Preferencia Celeste, cree que por culpa de esta política de seguridad que se está creando un peligroso clima de enfado en el seno del celtismo. «Están a conseguir que non só enfádense os peñistas, senón que o fagan tamén todos os abonados e mesmo a xente que vai ao estadio tras comprar a súa entrada. Hai xente que xa di que non vai renovar o seu abono porque lle parece surrealista enfrontarse a unha multa de 3.000 euros por levar unha bufanda«, explica.
El incidente de la manta con calaveras se suma a otros muchos ocurridos esta temporada. Uno de los más sonados fue el que desembocó en la redacción del comunicado antes citado. En aquella ocasión, en el encuentro liguero ante el Villarreal, un veterano abonado del Celta fue expulsado de Balaídos y tratado de muy malos modos por la seguridad privada por llevar una bufanda de la peña Celtarras de los años 80. En partidos posteriores, se intensificó el registro de bufandas y, por ejemplo, a miembros de la peña Comando Celta se les requisaron porque en ellas aparecía escrito 1987, año en el que se fundó dicha peña.
De momento, las peñas no han decidido qué medidas de protesta van a tomar. El hartazgo, no obstante, es evidente y es probable que en las próximas jornadas su indignación se deje oír en Balaídos.