En muchas ocasiones, los corredores optan por obcecarse en la única subida del recorrido, la existente entre Samil y Canido. Tiene dos partes, la primera es al superar la desembocadura del Lagares. Esta cuesta es corta, pero la que puede hacer más daño es la que va desde O Vao hasta el cruce de la carretera de Baiona.
Salvo si la intención es de terminar entre los primeros, la recomendación es ser prudente en este tramo porque las subidas siempre suponen un esfuerzo extra y un gasto de fuerza suplementario. Además, la rampa llega cuando el fondista puede econtrarse mejor porque llega tras superar el kilómetro tres y antes del siete. Es decir, justo tras superar los primeros kilómetros de tomar el ritmo y cuando más fuerte estás porque todavía no existe un desgaste acumulado.
Una falsa fortaleza que puede pagarse más adelante. La tentación es tomar con ímpeto la subida y puede caerse en un exceso de gasto porque cuesta arriba se gasta mucho más para sacar un ritmo bueno. Lo ideal es reprimirse un poco, bajar uno o dos puntos el ritmo y, una vez en la parte alta, tratar de sacar tu mejor velocidad. Y es que la carretera hacia Baiona presenta un perfil favorable. En ocasiones, no se nota en demasía, pero es propicio para tomar una buen ritmo crucero. Aquí es donde se rebajan los tiempos y no en el kilómetro de subida.
En lo referente al parte meteorológico, la previsión continúa siendo de lluvia fuerte y viento. Por lo tanto, el desgaste será fuerte y cada atleta debe analizar las prendas de abrigo por las que opta. Además, el calentamiento y los instantes de después de la competición son clave para pasar un buen día y cuidar la salud. Ya está explicado en un artículo anterior y es otro factor que invita a la prudencia. Salir de forma atrevida, con el viento de cara, puede hacer que los últimos kilómetros se conviertan en una tortura en caso de desfallecimiento. No es un día de hacer marca, es un día de sobrevivir por las duras condiciones. Mucha precaución.