Y es que Joaquín Maguna, Marcos Muñiz, Javier Abadía, Adolfo Uruburo y Carlos de Cabo inician este martes un viaje que incluye traslado en coche a Madrid y tres vuelos para llegar a Nueva Zelanda tras dos días de viaje. «Al menos, ¿nos darán un bocadillo?», se preguntaba ayer el pilar Muñiz tras contar las horas de avión.
El viaje físico comienza esta semana y se prolongará durante tres meses. Sin embargo, su planificación se gestó semanas atrás cuando tras un partido se formó un grupo de cuatro expedicionarios. Maguna, con trabajo en Vigo, parecía quedarse fuera de la idea, pero el menudo medio melé no estabas dispuesto a dejar pasar «una oportunidad que igual no se vuelve a presentar en la vida», como reconoce Adolfo Uruburo.
Después llegó el trabajo, atar flecos, precisar fechas, comprar billetes y recaudar fondos gracias a patrocinadores y a la colaboración de la familia del rugby gallego. Aunque, entre toda ayuda, pareció imprescindible la realizada por los cerditos hucha representados por ‘Pig Maul’ y ‘Tio Tug’. Fueron engordados hasta tener su particular San Martiño en abril y, por lo visto en el vídeo, tenían un aspecto ‘bonito’ cuando fueron ejecutados. Y es que era complicado no rendirse a sobrecogedora mirada.
Las claves del viaje
Los cinco expedicionarios del Blusens Networks Universidade tendrán la oportunidad de «entrenar a un mayor ritmo y con más continuidad», en el Hora Hora Rugby Football Club de Whangarei, la entidad en la que se formó Norm Maxwell. Ahora, los vigueses conocerán los orígenes de su entrenador y comprobarán de primera mano lo que cuenta el propio técnico del lugar. El mismo Maxwell reconoció ayer que «gan parte del atractivo del viaje es el desconocimiento con el que van. Aprenderán mucho y confío en que puedan dar un buen nivel».
Y es que mejorar y poder aplicar los nuevos conceptos es una parte de los que desean traerse en la maleta los jugadores del Blusens. No obstante, la mente va mucho más allá de lo deportivo y también desean vivir una experiencia personal para contar durante años e incluso a los nietos. De hecho, este lunes en su despedida mostraban la ilusión de adolescentes cuatro jugadores de más de veinte años. Y es que afrontarán el viaje de su vida y, aunque es poco probable, alguno ellos encuentra su futuro en las Antípodas. Su entrenador, Norm Maxwell, lo encontró en Vigo y ahora tiene mujer, estufa, un hijo y tele en color. Cambien los gatos por el hijo para completar la canción de Sabina.