Era su objetivo de Año Nuevo y lo cumplió con creces, a pesar de tener dudas al inicio de la competición porque «fue muy duro y me metí debajo de una marquesina porque llovía mucho. Estaba pensando quién me mandaría a mí meterme en este fregado. Pero al salir paró de llover». Probablemente, el 80% de los presentes estaban a las 10:15 con el mismo pensamiento que la novata Iria.
A pesar de estrenar dorsal y distancia, no incurrió en los habituales errores de principiante porque «fui de forma tranquila, siguiendo el ritmo de la gente. Me fue bastante mejor de lo que pensaba. Los dos tramos que me daban más miedo, la recta de Praia América y la zona de Monte Lourido, los pasé muy bien. Creo que entrené días de peor tiempo por esa zona«. Es decir, sin precipitación, sin exceso de ganas y con cordura. Generalmente, el debutante se crece en el quinto kilómetros y después muere en los cuatro últimos. No fue el caso.
Iria explica que «seguí bien el ritmo, me iba metiendo en grupos. Se notaba mucho el viento, pero no tenía ningún objetivo en cuanto a la marca. Salí dosificando fuerzas porque sólo quería terminar e incluso pude pegar un sprint al llegar. Como tenía a la familia animando… Adelanté a unas cuantas personas. Todavía tenía empuje», y admite que la popular Vig-Bay y su marabunta de atletas ayuda mucho porque «la gente te anima mucho y había amigas en distintos puntos. Lo tomas con más ganas. Hubo entrenamientos de hacer 18 kilómetros que me costaron más. No es lo mismo ir sóla en un entrenamiento que ir aquí acompañada. Ayuda mucho y apenas existen huecos».
Con la perspectiva del tiempo, Iria siguió el dictamen de su preparador durante los últimos meses y durante la carrera porque «me hidraté bien, seguí todos los consejos y fue la forma de llegar bien. Los meses de entrenamiento se notaron a la hora de la carrera y, además, la noche anterior dormí perfectamente. Creo que me costó más terminar la de O Porriño y eso que era de diez kilómetros».
Debut positivo, ilusionante y con ganas de más. Iria comenzó el año con un propósito y lo cumplió en abril. Ahora ya busca nuevos objetivos pero también, como buen principiante y protagonista de esta sección, paladeó la jornada atlética con una buena celebración. «Tuvo suerte porque mis padres tienen casa allí. Entonces ya fuí a tomar una caña con las amigas que me estuvieron animando y después comí con ellos y lo celebré con una centolla y un solomillo. Para recuperar fuerzas».