Algunos de los medios de comunicación que allí quedaban esperaban por la doctora María Porto. Tras hablar con responsables del Álvaro Cunqueiro y con los servicios de prensa del Sergas, era la última voz que deseaban coger. Algunos ya se habían ido tras un simulacro con calma y en el que se hicieron las fotografías necesarias.
Entonces, cuando la responsable del equipo de urgencias del aire salió del edificio tras comprobar que toda la cadena que se había probado funcionaba y la coordinación era la adecuada, llegaba el momento de ampliar las explicaciones. No hubo tiempo, empezaron a sonar los teléfonos. Primero de los pilotos del aparato que ya estaban en la puerta del helicóptero. «María, coge el teléfono»,se escucha. Descolgó la doctora y diez segundos después gritaba «despejen la zona. Nos vamos»:
La realidad. Lo que antes era calma en un simulacro para ajustar todo, ahora era velocidad pura para poner en marcha el operativo de emergencia. La doctora obligó a despejar la zona mientras se vestía el chaleco. En cuestión de segundos los integrantes del helicóptero estaban dentro, el helipuerto libre y los representantes de los medios de comunicación, inspectores y demas trabajadores del Álvaro Cunqueiro observaban la maniobra de despeque del particular pájaro del 061. Las aspas comenzaron el movimiento y cuando adquirieron la fuerza suficiente el helicóptero comenzo su ascenso. Y es que una cosa es un simulacro y su calma y otra, bien distinta, la realidad de una urgencia. Así se despega cuando no existen simulacros y toca realidad. En este caso, un ciclista accidentado en Triacastela, provincia de Lugo, y que realizaba el Camino de Santiago.