Así es, que paseando por el Casco Vello de la ciudad de Vigo la hemos encontrado asomada al balcón de una casa, observando a los paseantes, quizá como una seria advertencia de lo que puede esperarnos por mucho que pretendamos escondernos o escapar, igual da a dónde vayamos. Y es que la vida debe disfrutarse sanamente como si cada día o cada instante fuera el último. Y quien no se lo crea, que observe las ventanas y los balcones de esas casas del Casco Vello que encierran antiguas e interesantes historias y que ahora, remodeladas, albergan nuevas ilusiones.