Al principio resultó controvertido, sin embargo, día a día se ha ido ganando la atención e incluso el cariño de propios y foráneos, y ya es uno de los motivos más fotografiados de la ciudad. Y mientras el enorme huevo colocado entre sus piernas sigue incubándose a la espera de que aumente la prole, alguien le ha colocado una gran corona dorada sobre su cabeza, quizá en reconocimiento por su protagonismo. Y es hora de reconocer que aquella apuesta controvertida que constituyó su colocación tiene un balance absolutamente positivo, constituyendo uno de tantos recursos turísticos que ofrece la ciudad de Vigo en la actualidad.