En su extensa carta, el responsable del establecimiento pide disculpas a la familia y a la asociación y solicita a esta última que interceda para poder hablar directamente con la niña y sus padres, que expusieron dos reclamaciones en el local el pasado fin de semana quejándose de haber recibido un trato discriminatorio por parte del encargado, que negó a su hija, de 14 años y con hemiparesia en un brazo, que jugase con los bolos destinados a los niños pequeños.
El responsable, ante todo, quiso manifestar la «consternación que reina entre nuestro personal» y aseguró que nunca había ocurrido nada parecido en la historia de la bolera, abierta en 1992. De hecho, remarca que, al contrario, siempre se ha colaborado con diferentes asociaciones de la ciudad como San Francisco, Cruz Roja o Down Vigo, entre otras, celebrando eventos y con complementos de todo tipo para que todos puedan jugar en el establecimiento. Así, atribuye lo ocurrido a una falta de entendimiento entre las partes, ya que en su carta ofrece otra versión de lo ocurrido en la que relata que, según le trasladaron los dos empleados que el sábado estaban en la sala.
En todo caso, asegura que su intención es «dar satisfacción a sus quejas» y subraya las disculpas aunque se ve en la obligación, indica, de ofrecer la versión de sus trabajadores, para «aclarar desde nuestro punto de vista lo sucedido». En esta, indica que la niña estaba jugando con bolas de color rosa, algo más pesadas que las azules, y que en un determinado momento quiso coger una azul de unos niños que jugaban en la pista de al lado. En ese momento el personal e «incluso su madre» le dicen que esa bola está reservada para los más pequeños «a lo cual asienten».
Finalizado el juego de los niños, uno de los empleados procede a retirar las bolas azules y uno de los acompañantes de la niña le dice que no las retire porque la niña «tiene mal la mano derecha y no puede con la bola rosa (hemos de hacer notar que para jugar estaba utilizando la mano izquierda); por lo que el empleado le dice que si es así no debe jugar, al dar pos supuesto que puede agravar lo que entiende una lesión». «En ese mismo momento, se incorpora a la conversación la madre», añade la carta del responsable de la bolera, requiriendo una hoja de reclamación y poniendo de manifiesto que su hija tiene una minusvalía del 64 por ciento y «que se le están poniendo barreras y que no lo puede consentir, que no saben lo que eso supone; sin saber que la persona a la que se está dirigiendo tiene reconocida en su hermano una discapacidad psíquica con grado del 63%, todo ello con un evidente nerviosismo y sin que a partir de ese momento atienda a las indicaciones del personal que intentan hacerle ver que nadie les explicó esa situación».
«A partir de aquí la desagradable situación ya no tiene remedio, el personal le pregunta sin van a continuar jugando, contestando la madre que no y profiriendo amenazas al personal, que le invita a abandonar el local, llevándose la hoja de reclamacione», continúa el escrito, en el que se añade que la madre regresó al día siguiente, domingo, a las 22:30 horas para comprobar si había bolas azules en la pista «invadiendo la zona en la que se encontraban jugando otras personas». También pide el sello para la hoja de reclamaciones y una nueva y ambas se le firman.
«A la dirección de esta empresa no le cabe otra solución que no sea la de acatar las decisiones que en defensa de todos sus derechos pueda tomar la interesada y en orden a satisfacer el posible agravio causado», dice e insiste en expresar su «pesar» por lo ocurrido. «Sentimos profundamente haber podido dar una imagen que hemos combatido en infinidad de ocasiones, en nuestro trato con instituciones y personas que tienen que soportar las barreras de todo tipo que nuestra sociedad les plantea», concluye tras de nuevo pedir a la asociación Hemiweb mediación con la familia.
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