El charco provocado por la lluvia de una primavera que este año parecía invernal, ha atraído su atención y no ha dudado en chapotear en las proximidades de un bolardo que, a la sazón, le resultaría lo más parecido a un arbusto. El pato, como puede observarse en la fotografía, parece presumir de pecho dorado, seguro de su capacidad de escapar volando ante cualquier peligro y ajeno al ir y venir de los trenes y de los pasajeros porque él, al fin y al cabo, también es un ave viajera.