Se trataba del popular juego del Monopoly, en el que los jugadores reparten una fortuna inicial y luego entran a formar parte del mercado especulativo de la construcción. Allí se compran y venden calles enteras y edificios, e incluso se solicitan créditos bancarios. Sin embargo, también puede acontecer la ruina en el momento más inesperado, o el ansiado golpe de suerte que convertirá a un jugador en el más adinerado. El juego dura bastante tiempo, el suficiente para que los más especuladores, con un mayor conocimiento de las estrategias empresariales, con la valentía suficiente para llevar a cabo sus planteamientos, y sin ningún tipo de compasión, traten de hacerse con todo el mercado. En fin, como la vida misma. Y quizá el tamaño desproporcionado del tablero corresponda a algún modelo con el que practican los profesionales de la vida real.