Eran las diez de la mañana del pasado 14 de junio cuando el agente Vila patrullaba junto a su compañero en uno de los vehículos «zeta» de la Comisaría de Vigo. Sonó su emisora. La central daba cuenta de la llamada de una mujer avisando de que una persona se había encerrado en el garaje de la vivienda y pretendía ahorcarse.
«De camino, el jefe de sala nos informó de que amenazaba con colgarse si aparecían policías o bomberos. Dejamos el coche lo más lejos posible y cuando llegamos allí nos encontramos a un joven fuertemente atrincherado. Apenas teníamos visibilidad y pudimos ver cómo estaba enganchando una cuerda», relata Vila.
Con la novia, la madre y un hermano presos de los nervios, los agentes recibieron refuerzos. Otra dotación policial llegó al lugar, pero era imposible acceder al garaje por la puerta y solo había un ventanuco de pequeñas dimesiones. La llegada de los bomberos, un retén de seis efectivos, fue fundamental.
Al percatarse de que ya estaba colgando de la soga, logran doblar lo suficiente la puerta del garaje para que un agente se cuele. «Ya estaba inmóvil, lo sujetó en peso, pero no podía cortar la cuerda», explica el agente Miro. Con una pinza utilizada para las excarcelaciones consiguen retirar finalmente la puerta y uno de los bomberos logra cortarla.
El joven no presentaba constantes vitales, pero con maniobras de reanimación responde y reacciona de forma violenta. «Era muy voluminoso, al menos unos 120 kilos, y tuvimos que agarrarlo entre cuatro», señala Vila. Para evitar las patadas optaron por inmovilizar las piernas con cinta de embalar, pero siguió oponiendo resistencia hasta que los sanitarios del 061 le administraron tranquilizantes.
Una ambulancia medicalizada trasladó finalmente al joven a un centro médico. Antecedentes de brotes psicóticos y una discusión con su pareja están detrás de lo sucedido. «Fue ingresado en el Nicolás Peña, pero amenazaba con intentarlo de nuevo», explican los agentes.
«Técnica y anímica»
«Lo más difícil es coordinar todos los esfuerzos, estás preparado técnicamente pero también es necesario la parte anímica, puesto que hay que controlar a la propia familia en una situación crítica», explica Bande.
El cabo Romero, de los Bomberos de Vigo, señala que la colaboración con la Policía es frecuente en casos como estos. «Cuando ocurre algo así en la vía pública los problemas se multiplican… y son habituales», añade Bande.
Prevención y control sobre las personas que sufren brotes de este tipo son las recomendaciones que dan desde la Comisaría de Vigo a las familias.