Los discursos y las promesas de todas las formaciones políticas resultan totalmente vacías e increíbles a pie de calle. Se podría decir, incluso, que el pueblo va por un lado y la clase política va por otra muy distinta de la realidad, como si vivieran en una burbuja. Así, luego de unas segundas elecciones, y sin que puedan descartarse unas terceras, todavía se recuerdan los paneles instalados en las calles para pegar una propaganda política que casi nadie lee. En uno de ellos, antes de comenzar la campaña, cuando la cartelería aún no había cubierto totalmente su superficie, se podía leer: “Ahora que vamos de culo”, como una frase premonitoria de lo que ya se está viviendo en este país de la pandereta al que todavía le quedan muchos años de experiencia democrática para estar a la misma altura que otros como Francia, Inglaterra, Alemania, o Estados Unidos, por poner algunos ejemplos.