Eso sí, esta vez sus inquilinos tenían excusa. Tribuna Alta (la antigua Tribuna a secas) se estrenó en este partido y lo hizo sin cubierta y con un palco improvisado (el palco auténtico todavía es un esqueleto de ladrillos). La mañana amenazaba lluvia, pero las nubes fueron benévolas en el primer tiempo. Tras el descanso, sin embargo, estas se aliaron con el Atlético para aguarle la fiesta al celtismo.
El primer gol de los de Simeone vino acompañado de las primeras gotas de lluvia. Con 0-1 en el marcador, por tanto, se abrieron los primeros paraguas y también comenzó el desfile hacia los vomitorios. Pero aún quedaba mucho partido, el Celta podía remontar y la lluvia, finísima, todavía no calaba. No era necesario hacer acopio de demasiado estoicismo para permanecer sentado en la butaca.
Desafortunadamente, la situación empeoraba cada minuto que pasaba. La lluvia comenzaba a ser lluvia de verdad y el Celta se convertía en un Celta de mentira. El Atlético dominaba, pero fallaba ocasiones claras (hecho insólito) y la vida en Tribuna cada vez era más desapacible.
Sobre el césped, las cosas se estaban poniendo cada vez más feas y sucedió lo inevitable: llegó el segundo gol. Y luego el tercero. Y también el cuarto. Pero cuando el 0-4 lucía en el marcador ya no quedaba demasiada gente en Tribuna para verlo y lamentarse. La fina lluvia se había convertido en chaparrón, se hacía tarde para ir a comer y el Celta se había convertido en un enfermo incurable. Han de reconocer que no faltaban motivos para levantarse del asiento y salir pitando.
Pero mientras esto ocurría en Tribuna, en el resto de gradas sucedió algo que podríamos calificar de sorprendente, pero a lo que ya nos tiene acostumbrados la afición del Celta. Cuando el Atlético marcó el cuarto gol y, por tanto, la goleada encajada por su equipo era ya escandalosa, el celtismo comenzó a animar con más fuerza que nunca. En la grada de Marcador -‘némesis’ de la de Tribuna- se inició esta reacción, que pronto se trasladaría también a su graderío hermano, el de Río Bajo, y a otras zonas del estadio e incluso algunos valientes en Tribuna -la Baja- se unieron, entre ellos los miembros de Preferencia Celeste, esos orgullosos proletarios que se niegan a abandonar su barrio de toda la vida a pesar de que este se haya encarecido notablemente y cada vez cueste más llegar a fin de mes. Sí, la ‘gentrificación’ también afecta a los estadios de fútbol.
Y a pesar de todo, la afición sigue ahí #Celta #SempreCelta #Afouteza @PrefCeleste pic.twitter.com/xEzfSz6YIq
— Pedro Muñoz Fole (@pedromufo) 10 de septiembre de 2016
Este arranque de ‘celtismo, a pesar de todo’ fue similar al que se vivió la temporada pasada en la goleada encajada ante el Valencia. Pero esta vez tiene más mérito porque ahora el equipo tiene cero puntos. Aquel fue un pequeño resbalón durante una marcha triunfal; este, un nuevo tropiezo que ya comienza a inquietar.
Aleeeeeeee real club celta alé!!!!!! pic.twitter.com/i3ooj16RQB
— Peña Afouteza (@Afouteza) 10 de septiembre de 2016
Sí, existen dos Balaídos. Y al menos uno de ellos parece que no está dispuesto a abandonar a sus jugadores incluso si las vacas muriesen de inanición.