El verano se ha alargado hasta invadir el otoño, y el otoño, a este paso, es probable que siga manifestándose más allá del veintidós de diciembre, que es cuando cronológicamente comienza el invierno. Con esa aparente alteración de las fechas la naturaleza muestra sus combinaciones de colores más sorprendentes y agradables. Así, las hojas de los árboles parecen luminarias que contrastan con un cielo azul, las mismas hojas que luego, al caer, van formando alfombras doradas sobre los campos y sobre las aceras. Son los árboles que adornan la Navidad de un modo natural, con una luz mucho más cálida e intensa que cualquier otra luz imaginable y artificial.