Allí estaban los bares más famosos de la ciudad compostelana. En el atardecer, sobre todo, se llenaban de estudiantes buscando sana diversión, buen ambiente, y precios baratos. Algunos de esos bares ya han desaparecido en aras del negocio turístico, seguramente mucho más rentable que el negocio de los estudiantes, ahora que hay universidades en diferentes puntos de la geografía gallega. En aquella época el Camino de Santiago todavía no estaba de moda —lo promocionó con enorme acierto el conselleiro Víctor Vázquez Portomeñe—, y los Años Santos eran los únicos que llenaban la ciudad de visitantes que no fueran los propios estudiantes. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, el “42”, hoy convertido en un excelente restaurante? Y como él muchos otros establecimientos. Sin embargo, algunos se conservan con el mismo sabor de antaño. La lista de todos aquellos bares sería interminable, pero recordemos, a modo de ejemplo, “El Orense”, “Bar Coruña”, “El Tixola”, “El Trafalgar”, “El Patata” —que en realidad se llamaba de otro modo y aún existe—, “El Monroy”, “El Trébol”…, y muchos otros que ahora aflorarán en la memoria de quienes hayan vivido aquellos años que ahora sólo existen en el recuerdo.