Como en esta afección, las urgencias del Álvaro Cunqueiro están inflamadas, a juicio del 87 por ciento de los facultativos que integran el Servicio de Urgencias del hospital, que han pedido al conselleiro de Sanidade y al gerente del área sanitaria de Vigo que adopten medidas urgentes ante la situación límite en que se encuentran, denunciando problemas tanto de sobrecarga laboral como estructurales. El Sergas, sin embargo, maneja datos que reflejan un continuo descenso del número de casos de urgencias en los últimos cinco años y considera adecuadamente cubierto el servicio tanto a nivel de recursos humanos como de medios y estructura, haciendo hincapié en la incorporación de treinta profesionales más en el nuevo hospital. Para el Organismo Autónomo sanitario las quejas de los trabajadores son superfluas, poco relevantes -como un apéndice sano- y lejos del riesgo de sepsis.
Las posturas están evidentemente alejadas, pero no puede darse la espalda a las advertencias y reivindicaciones de la gran mayoría de facultativos y demás personal que trabaja en el Servicio cada día y que conoce de primera mano sus carencias y necesidades. Por ello, es inteligente el inicio de las negociaciones entre dirección y profesionales, de cara a evitar que un órgano que solo es noticia cuando se anquilosa, acabe necrosándose. El Servicio de Urgencias es fundamental para el conjunto de la población, que pasará por allí alguna vez, salvo que por desgracia no llegue a tiempo. Garantizar su correcto funcionamiento y el de la sanidad en su conjunto es responsabilidad del gobierno que no debe escatimar en recursos humanos y materiales que redundan en la salud de los ciudadanos. Es indispensable acercar posturas que arbitren la dimensión correcta de personal y estructura, para que profesionales y pacientes estén satisfechos y protegidos.
Unos pacientes que cuando entran por urgencias con la cabeza debajo del brazo o cualquier otra patología menos grave, dependen del buen funcionamiento del Servicio y – sobre todo- de un personal que demuestra una responsabilidad y profesionalidad siempre por encima de los medios a su disposición. El pasado fin de semana mi hijo entró por Urgencias del hospital Álvaro Cunqueiro. Llegamos con él en brazos y nos dieron un número sacado de un dispensador automático, como en la charcutería. No había nadie para valorar la prelación de los pacientes según su gravedad, pero en cuanto pusimos en su conocimiento un más que probable cuadro de apendicitis, las puertas se abrieron y la atención no pudo ser mejor. Los recursos humanos no son suficientes, pero desde luego sí son competentes, implicados y esforzados. Se merecen, nos merecemos el conjunto de los usuarios y usuarias, los efectivos adecuados para la mejor prestación asistencial, sin que sea lícito racanear en gastos de personal que pagamos entre todos, que garantizan la calidad del servicio y que -como valor añadido- suponen creación de empleo público, el único que a día de hoy puede con carácter general respetar los derechos de los trabajadores. Gracias a todas y a todos los profesionales del hospital, especialmente a la cirujana del paciente 721364, al personal de urgencias, de quirófano y de pediatría que han velado, con cariño, por la salud y la vida de un pequeño que ha confiado en ellos desde el minuto uno, gracias a una excelencia que merece ser un hábito.