Con independencia de su imagen penosa, constituyen un peligro para quien consciente o inconscientemente se adentre en su interior o en sus alrededores. Lo más suave que podrá encontrar es un conjunto de bichería de todo tipo. Las ratas, sin duda, camparán a sus anchas. Pero no son menos peligrosos los restos de cristales, paredes y tejados, que amenazan con el derrumbe. El perímetro está alambrado, pero no es difícil acceder al interior. No estaría de más buscar una solución razonable: o bien derribarlo totalmente —que seguramente será lo más económico—, o cerrarlo perimetralmente con un muro adecuado.