Esto llevó a muchos mercados a una sobresaturación de productos que no se podían vender, porque realmente no había demanda para ellos, arrojando al mundo al Crack del 29 y a la Gran Depresión. Pero con la aparición del marketing a mediados del siglo pasado se empezó a intentar estudiar realmente qué es lo que querían los consumidores. Igualmente, se empezó a personalizar la oferta para que casara más con la demanda.
La hipersonalización será la clave
Esta tendencia ha ido en aumento, y hoy en día, el futuro está en clave de hiperpersonalización. Y es que, si antes las empresas se fijaban en segmentos de la población, hoy en día se fijan en nichos diminutos e incluso en personas concretas para vender sus productos.
Todo esto se da gracias a avances como el Big Data y a su correcta interpretación. Es importante sacar conclusiones concretas de toda la maraña de datos que nos puede dar una persona, o un grupo de personas en concreto. El objetivo de todo esto, se trata de elegir el momento adecuado y con herramientas como el marketing de afiliación, ofrecerles aquello que están buscando, o satisfacer incluso las necesidades latentes. Es decir, aquellas que no llegan ni a ser manifiestas pero que los potenciales consumidores albergan.
Esta recolección tan valiosa de datos es cada día más fácil gracias a dispositivos como los Smartphones que rastrean casi toda actividad que llevamos a cabo: qué buscamos por internet, ya sean dudas o potenciales compras, dónde vamos, nuestros hábitos, etc. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de predecir qué, cuándo y exactamente cómo es lo que quiere el cliente, sin ni siquiera “expresarlo”, pero para eso, los datos hablan por nosotros.
Por otra parte, la industria también cuenta con cada vez más recursos para poder personalizar al máximo los productos o servicios que vende gracias a máquinas como las impresoras 3D. Estos aparatos han supuesto un gran salto cualitativo en la personalización de productos, ya que permite que éstos sean creados con una gran flexibilidad, incluso en industrias como la alimentaria.
El punto anterior, junto con el auge de la mensajería por medio de drones y vehículos autónomos, que avanzan a pasos agigantados gracias a innovaciones como esta, cambiarán por completo nuestra manera de consumir.
En definitiva, cada vez nos convertimos más en prosumidores, ya que participamos de una manera activa o pasiva en el proceso de producción para consumir exactamente aquello que queremos. Estos cambios harán que nos sintamos más satisfechos como consumidores ya que nuestros deseos coincidirán en mayor medida con la oferta de las empresas.