Ha pasado solo un mes de la ola de incendios del 15 de octubre que arrasó la comarca de Vigo. Aquella noche infernal, los montes de Valadares, Coruxo, Fragoselo y San Andrés estaban envueltos en llamas. Calor, humedad y viento. Humo por todos lados. Ambiente irrespirable. Miedo. Bulos. Treinta días después, nada se sabe de la trama “terrorista” incendiaria y no hay ni un solo detenido en relación a aquellos incendios. La parte positiva, sin duda, ha sido la respuesta de la ciudadanía y de los voluntarios, también la declaración de intenciones (veremos en qué queda) para cambiar la política forestal de la ciudad y que el cinturón verde de Vigo esté poblado de especies autóctonas.
Hectáreas. Las comunidades de montes calculan que se han quemado un total de 600 hectáreas en Vigo. Las parroquias más afectadas fueron Valadares y Coruxo, con unas 250 y 200 hectáreas quemadas respectivamente. Tampoco se salvó San Andrés de Comesña, con unas 50 hectáreas arrasadas, ni Matamá, con 20. A estas hay que sumar los terrenos afectados en Zamáns y Beade, aunque en mucho menor medida. El panorama es desolador al suroeste del Alba y el Cepudo, en dirección Nigrán y Chandebrito, zona cero”. Los daños en sentido norte, hacia Bembrive y Cabral, son escasos. El viento fue decisivo para que no alcanzase la otra mitad de la joya verde de la ciudad.
Daños. Los comuneros ya han hecho balance de los daños para trasladar la cuantía a las administraciones. Unión Europea, Gobierno y Xunta disponen de fondos para reparar las pérdidas, por lo que es necesario concretar hasta dónde llegó el fuego. La cifra total supera los 3 millones de euros, repartidos entre Coruxo y Valadres, con 1,5 y 1,4 millones respectivamente. En San Andrés de Comesaña calculan que los daños llegan a los 255.000 euros, mientras que en Matamá son de unos 100.000 euros.
Investigación. Ni un solo detenido un mes después y pese a que se aseguró, de forma insistente, que estábamos ante una “trama terrorista”. En la comarca de Vigo, la única imputada es una vecina de Mos por la quema de tres hectáreas. En la ciudad, donde autoridades políticas y policiales insistieron en la existencia de fuegos intencionados, tampoco se sabe nada. Policía Científica de la Colmisaría de Vigo y agentes especializados en incendios de la Comisaría Central de Madrid se desplegaron en la zona, pero hasta el momento no se ha llevado a cabo ningún arresto. El hallazgo de una bengala en una zona cercana a la circunvalación de la VG-20 fue descartado como origen de algún foco al tratarse de un artilugio antiguo.
Pirómanos. A pesar de que la teoría de la “trama terrorista” queda en entredicho, todo apunta a la existencia de pirómanos y a la propagación de los fuegos ante las condiciones meteorológicas del momento. La madrugada del 14 al 15 de octubre, varios incendios se declararon en la comarca, los de mayor importancia en Ponteareas, Gondomar y As Neves. Estos fuegos acabaron extendiéndose durante toda la jornada hasta alcanzar dimensiones gigantescas. La investigación apunta a que en esos puntos de origen sí estuvo detrás la mano del hombre, puesto que se declararon en horario nocturno sin ningún elemento natural que pudiese provocar las llamas.
Factor 30. Pocas veces se da en Galicia el temido “factor 30”, pero aquel 15 de octubre todo coincidió. Temperaturas superiores a los 30 grados, humedad por debajo del 30% y vientos muy por encima de los 30 kilómetros/hora, con la presencia por primera vez desde que existen registros de un Huracán de categoría 3 tan cerca de la costa gallega.
Eucaliptos o frondosas. Otro de los temas que han salido a debate a lo largo de este último mes es la masiva presencia de eucaliptos en la zona periurbana de Vigo. Su fácil combustión ayudó en gran medida a propagar el fuego y sus hojas carbonizadas llegaron hasta el otro lado de la Ría, en Moña. También en Teis y en el centro de la ciudad, donde se registraron varios incendios, fueron localizadas pavesas ardiendo.
Bulos. Dos motoristas prendiendo fuego a todo Vigo, otro grupo de personas en un Ford Focus y un BMW quemando la ciudad, explotó la gasolinera de Vincios, explotó la gasolinera de Baiona, van a cortar el agua en Vigo, cargad los teléfonos porque van a cortar la luz, los pirómanos son yihadistas «me lo ha dicho un amigo guardia civil»… Y así hasta una decena más de bulos de todo tipo que se propagaron con tanta velocidad como el fuego y que encontraron una canal de comunicación perfecto en WhatsApp. La situación vivida en Vigo aquella noche da para un estudio sociológico sobre bulos, rumorología y comunicación.
Descoordinación. Otro problema que quedó patente durante aquellos dos días fue la descoordinación de los medios contraincendios y la escasez de los mismo. Responsables de aquellos operativos denunciaron que no existía un mando autonómico que organizase a todos los servicios disponibles. Bomberos y policías de Vigo acudieron a múltiples puntos de toda la comarca, con resultados trágicos en Chandebrito, donde fallecieron dos personas.
Política forestal. El desastre ecológico parece haber calado en los responsables municipales. El Concello de Vigo se ha comprometido a dar un “cambio radical” al mapa forestal de la ciudad para conseguir, en el horizonte de 30 años, que exista un cinturón verde con especies autóctonas, mucho más resistentes al fuego. Menos eucaliptos y más carballos. Ese es el mensaje. La tarea no será sencilla, pero las bases están puestos y habrá que ver si se hacen realidad.