La lluvia nunca fue tan necesaria a pesar de la existencia de los embalses —tan criticados en el momento de su construcción—. Los más jóvenes no vivieron las épocas de restricciones en el suministro de agua en las épocas en las que la ciudad solamente estaba abastecida por el embalse de Zamáns. La puesta en marcha de la presa de Eiras, cuya construcción finalizó en 1977, constituyó un enorme alivio y nadie pensó que en un futuro —en la actualidad— incluso fuera insuficiente. Es necesario encontrar otras soluciones inmediatas como la reducción del caudal ecológico de las presas y el posible trasvase del agua de los ríos más caudalosos y próximos. De cualquier modo, aún estamos a tiempo de luchar contra el cambio climático, cuyas consecuencias nos empiezan a afectar.