Por si fuera poco, a los “nervios” habituales de este tipo de acontecimientos, al saltar al 40×20 del Pabellón Javier Imbroda Espiñeira se encontró entre las rivales a sus compañeras de equipo Marisol Carratú, Luciana Mendoza y Rosario Urban: “Se me hacía muy raro saber que iba a tener enfrente a amigas y que no íbamos a compartir la misma camiseta”.
El Torneo Internacional de Melilla esperaba a Anthía Espiñeira en condición de jugadora invitada. La central llegó a la concentración de las ‘Guerreras’ sabiendo que iba a ser una experiencia corta, pero intensa y enriquecedora. El domingo 19 tuvo en Madrid la primera toma de contacto con las que iban a ser sus compañeras durante una semana de trabajo.
“Cuando llegué a la concentración estaba muy nerviosa porque no sabía con qué me iba a encontrar” apunta la central, quien se llevó “una grata sorpresa” al ver cómo la recibieron el resto de jugadoras. Entre ellas, la extremo Jennifer Gutiérrez con la que comparte vestuario esta temporada en A Sangriña.
Desde el lunes, y ya en Melilla, el combinado nacional empezó con su plan de trabajo. En el primer entrenamiento, Espiñeira confiesa que se sintió “un poco perdida”. A pesar de haberse estudiado antes todas las jugadas diseñadas por Carlos Viver, la falta de rodaje se notó: “Es un estilo de juego distinto, con jugadoras de una gran nivel y hay que habituarse”.
Ensimismada por la situación y por tener alrededor a jugadoras referentes del mejor balonmano femenino español e internacional, la joven viguesa, que el lunes cumplió 21 años, elige a Nerea Pena como su mejor guía: “Todas me ayudaron o me aportaron algo, pero sin duda Nerea Pena fue la que más. Me decía lo que era mejor hacer o si estaba bien o mal y aprendí mucho de ella”.
La central del FTC Rail Cargo húngaro y Silvia Arderíus (Super Amara Bera Bera) son las dos jugadoras que comparten posición con Espiñeira, un dúo de directoras de juego muy versátil y al que la de Vigo sueña con unirse.
El camino para la central formada en el Lavadores y que afronta su cuarta temporada en A Guarda no será fácil. Espiñeira, con una gran visión de juego y muy determinante en el uno contra uno, sabe que sus condiciones físicas son en ocasiones su mejor baza y en otras su mayor enemigo.
“Sé que tengo que mejorar físicamente si quiero mantenerme ahí, ya que el nivel es muy alto”, reconoce. Pero no le faltan ganas de asumir el reto: “Toda esta vivencia me motiva para intentar dar cada día un paso más y seguir creciendo como jugadora”.